Tenía ganas de empezar un nuevo post comenzando por… ¡Feliz Navidad! y contando una historia de esas que nos hacen emocionar. Hoy, Pedro nos concede la oportunidad de contar la suya. Es una historia de Navidad, de reflexión, de amor, de familia y de regalos.
Pedro ha atravesado por un 2015 complicado. La familia no ha acabado el año completa y ha sido un duro golpe para todos. El dolor más profundo nos hace reflexionar sobre la verdadera importancia de las cosas y las personas en la vida. Así, Pedro, padre de 2 hijos y abuelo de 5 nietos, a sus 59 años, ha dibujado en su piel el árbol de su vida. Un tatuaje es normalmente una cuestión estética, pero también es muy a menudo una cuestión emotiva. Grabar en uno mismo aquello que no quieres olvidar nunca.
Su reflexión ha ido más allá. Cuando uno alcanza la madurez y se acerca a la última etapa de su vida nacen inquietudes que antes nunca te habías planteado. Sus hijos ya están criados y además ya son padres, pero Pedro tenía dudas sobre si durante su vida había sido capaz de transmitir a sus descendientes la gran importancia de la familia.
Hay familias de todo tipo. Algunas totalmente segregadas donde dejan de hablarse hermanos con hermanos, hijos con padres, y los que más sufren esas disputas sin tener culpa alguna son los más pequeños. Pedro, después de una comida familiar donde consiguió juntar a sus hijos y nietos, con las respectivas parejas, reconciliarlos y fortalecer el vínculo de sangre, como él dice, les regaló a todos y cada uno de ellos un símbolo que pretende hacerles recordar siempre lo bueno que es llevarse bien entre hermanos. La gran importancia de la familia. El bien que hacen a sus hijos y a ellos mismos sustituyendo el rencor por un cariño y una amistad renovada.
Ese símbolo no podía ser otro que el Árbol de la Vida en plata, “el más grande que ha podido encontrar“. Unos lo llevarán puesto, otros lo guardarán en el cajón. Pero Pedro está seguro de que el mensaje y el recuerdo perdurará y su familia se mantendrá unida a partir de ahora.
No sé a vosotros pero a mí estas historias me emocionan. ¿Por qué han de suceder dramas para darnos cuenta de lo que realmente importa?
Espero que este espíritu navideño se contagie y suceda este milagro en muchas otras familias rotas, fragmentadas… que necesitan recomponerse, donde el cariño debe cortar el paso al rencor.
Gracias a Pedro por compartir su historia y dejarnos contarla, porque nos encanta contar el verdadero valor de las joyas, la Historia que crean.
¡Feliz Navidad para todos y nuestros más cariñosos deseos para el próximo año 2016!
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