La necesidad del oponente: touch, person of interest (primeras temporadas)

Publicado el 21 mayo 2012 por Fhrodri

Dos nuevas series de esta última temporada ponen de manifiesto algunas cuestiones interesantes acerca de la escritura de guiones para la televisión
Touch (Fox, 2012) se ha presentado este año como otra posible respuesta a un estado de ánimo del espectador. Como Once Upon a Time (y, al parecer, Pan Am, aunque no puedo confirmarlo), tiende a una filosofía que reconforte, rehuya el lado oscuro, y consiga la reunión familiar ante la pantalla.
Sin embargo, estas aspiraciones tienen su coste en los guiones. Por una parte, en más de un capítulo la lógica se perdía por el camino. La resolución de conflictos de algunas subtramas de los capítulos eran inverosímiles. Y lo eran porque se imponía ese sentido llamémoslo filosófico sobre las necesidades básicas de la trama.  Era improbable que un mafioso ruso evolucionara a tal velocidad que pasara a dejar su negocio; y sólo por una llamada de su hijo. O que un padre de algún país islámico extremista perdonara tan fácilmente a su hija por haberse disfrazado de hombre para poder conducir. Tampoco es tan sorprendente, sabiendo que su creador es Tim Kring, el mismo de Heroes. La tercera temporada de aquella serie de super héroes debería estar en los manuales de cómo no se debe escribir guiones. Los "saltos" de actitud, ánimo, y rol de algunos personajes eran contrarios a la verosimilitud.
La idea, claro, es que ese poder de Jake, el niño autista, ayuda en cada capítulo a una serie de personajes por todo el mundo. En recientes capítulos, ha entrado en juego nada menos que la religión. Por tanto, más que de ciencia ficción, hablaríamos de fantasía, donde se interpreta que las matemáticas es, más que un lenguaje científico, un modo en que el universo se expresa y se comprende. Ante el caos de la vida cotidiana actual (más con la crisis económica), respuestas universales por medio de las creencias. No hay nada más reconfortante que la idea de que la conectividad universal o que una ciencia confirme que el mal puede suprimirse resolviendo un puzzle de números. 


Esto puede juzgarse o no como conservador (y simplista, como respuesta a la situación actual), pero lo que aquí nos ocupa es si esto al final se entromete con la misma escritura de guiones. Porque, de hecho, tanto da que sea una ideología marxista como una conservadora; lo que importa es si es tan a priorística que fuerce el conjunto. En el caso de Touch es claro. No se preocupa de que un capitulo da poco tiempo a que un problema grave tenga su resolución, ni de que justo subir tanto las stakes, y que el conflicto sea tan peliagudo, complica que sea verosímil una solución tan rápida.
Lo curioso es que los requerimientos de una ficción son, pese a todo, tan fuertes, que pueden hasta equilibrar (o intentarlo). Touch no se ha conformado con la estructura de stand alone episodes. No hace muchos capítulos, se ha puesto en marcha un enemigo en la sombra. En realidad, tiene lógica, y por varios motivos. Uno de ellos es la lógica. Si, al cabo, estamos ante una historia de un super héroe (aunque peculiar), antes o después debe aparecer su Némesis. Otro motivo es el riesgo. Como decíamos en aquel post, no parece seguro que las producciones de HBO o AMC hayan creado el efecto de que ahora toda serie de televisión sea recibida como “una novela”. Siguen dándose series donde las Tramas generales son escasas o muy débiles, con éxito contrastado. El Mentalista es un caso; la última temporada de House (por cierto, muy execrable), otro. Castle, otro.
Aun así,  quién sabe. Bien por mirarse en las “grandes” series, bien porque identifiquen que ello les lleve al éxito (aunque, insistimos,ya vimos que no es una regla de tres), algunas series sí se han esforzado por Tramas Generales más presentes y constantes.
Sucede en Touch, y es lo que quizá sirva para salvarla. Si uno tiene la suficiente paciencia para superar esas subtramas buenistas, existe un cierto suspense. ¿Lograrán los malvados hacerse con Jake? ¿Lo descubrirá su padre antes de que lo secuestren? Y aquí que volvemos con las necesidades de la ficción. Y esta vez, sin predisposiciones ideológicas. Por un lado, esos representantes del “bien” (Jake, su padre, la trabajadora social) necesitan un oponente. Nada nuevo, pero sí fundamental. Por otro, un poco de realismo que contraste con ese mundo perfecto donde unos números salvan a todos sin mucho esfuerzo.
Otro detalle a replantearse es si esta lucha será posible o creíble. Como héroe, Jake está mermado, en cuanto a que es un niño (discapacitado), y en cuanto a que su padre no tiene una profesión que le conecte con posibles aliados. Por ello, la lucha parece desequilibrada desde un comienzo, si el oponente es nada menos que  una empresa poderosa, dispuesta a usar los poderes de Jake para su beneficio. Pero habrá que ver cómo se desarrolla Touch. Esperaremos que consideren mejor la lógica de la escritura de guiones.
Person of Interest ha realizado esto con mejor tino. En verdad, los protagonistas gozan de un poder tan ilimitado, que un enemigo poderoso era lo apropiado. John y Finch tienen una máquina que anticipa asesinatos, nada menos. Igual que Touch, y, tal vez, igualmente sin la conciencia de ello, Person of Interest no es ni puede ser realista. Christopher Nolan ha negado que se integre en el género de ciencia ficción, pero la misma serie lo niega. A lo mejor Nolan tenía en mente ese concepto de ciencia ficción ya anticuado de naves espaciales.
El hecho es que esa suma de conocimiento (Finch y su acceso a la máquina) y músculo (John es un ex militar y es CIA) exigía que se le opusieran enemigos potentes. 23 capítulos, se ve, son ya muchos para que se mantenga la mera estructura del stand alone episode, debió de pensar J.J Abrams. O no, puesto que luego él mismo no lo ha aplicado a Alcatraz, donde el misterio de la Trama General no avanzaba si cuando la lógica lo demandaba.
Gracias a ello, la serie ganó. Además, porque los guionistas hicieron un tanto más compleja la Trama General. Teníamos el habitual desglose de flash-backs para entender a ambos protagonistas. Teníamos un enemigo inteligente y con igual poder; el hijo del mafioso que vuelve para tomar la ciudad. Teníamos la CIA, que perseguía a John. Teníamos la rama corrupta de la policía. Teníamos los que pidieron la construcción de la máquina.
Con estos mimbres, sí era posible que 23 capítulos tuvieran un soporte más estable. Si Touch o Castle o El Mentalista confían en una Trama General con un oponente y un conflicto único, Person of Interest hacía las cosas más complejas. Sin que la comparación las iguale en otros aspectos, comparte con The Good Wife una similitud. Como en la serie de los King, Person of Interest va desplegando subtramas (diferentes de las de cada capítulo) dentro de esa Trama General. Y las relacionaba mejor de lo esperado en una serie comercial.
Por ejemplo, la trama en torno al pasado de Finch crecía y se entremezclaba con la de esos que han resultado (en el último capítulo) enemigos peigrosos: los que pidieron la construcción de la máquina.
La realidad es que la necesidad del oponente habla, y bien, de cómo las bases de cualquier narración siguen siendo las mismas. Independientemente del género, o de las pretensiones comerciales y hasta ideológicas.