Anda estos días, semanas, meses el patio revuelto por un tema tan delicado como complicado: la neutralidad de la red. Si oyes a determinada gente, parece como si unos malvados fueran a utilizar cadenas para atarnos con ellas y romper nuestra libertad. Al modo de arenga en la batalla, cual Gibson en Braveheart, apelan a la libertad contra un gobierno demoniaco que está al servicio de aun más malvadas empresas. Un horror, vamos.
El concepto básico de la neutralidad de la red “garantizar que todos los paquetes de datos que recorren Internet deben ser tratados por igual con independencia de su origen, contenido o destino”. Hasta ahí, todo estupendo. La definición suena a derechos humanos, a todos somos iguales, a libertad. Dificil no estar de acuerdo con ello y defenderlo como si nuestro modo de vida dependiera de ello. Pero como he dejado escrito, eso es lo básico. Y a veces, hay conceptos que necesitan de una mejor explicación, sobre todo cuando de esta explicación se deduce que lo importante es llegar a un acuerdo amplio sobre ello, precisamente por su importancia.
Empecemos con otro concepto básico: la red no puede ser neutral porque no llega a todo el mundo. Me explico. Se puede pedir su neutralidad en base a la gente a la que llega, pero no en el global de la ciudadanía. Esto, que aparentemente es una chorrada, a mi me parece sumamente importante ¿Porqué? Por que curiosamente se le suele olvidar a un sector del grupo de los que piden la neutralidad de la red a voz en grito. Este sector suele distinguir entre ciudadanos normales y ciudadanos “digitales”, otorgando a estos últimos una especie de superioridad sacada de su utilización de las herramientas de la red. Para mi no existe división entre ciudadanos y, desde luego, no por el uso de unas herramientas que hasta ahora, dependen del poder adquisitivo. Es como si las leyes sobre tráfico o carreteras sólo se hicieran en base a los usuarios de coches más potentes, y no se tuviera en cuenta a turismos, usuarios de transporte público o peatones. No creo que eso fuera demasiado popular. Por poner un ejemplo, uno de los que más alza su voz contra el gobierno por este tema, Enrique Dans, en una de sus columnas, habla de los “smartphones” (para entendernos los móviles de gama más alta) en los colegios como si la mayoría de la población estudiantil pudiera acceder a uno. Y me parece lógico suponer que su precio y mantenimiento no pueda ser absorbido por la mayoría de familias españolas. Así que si se defiende la neutralidad de una red, pero teniendo en cuenta que esa red y su neutralidad hace distinciones entre ciudadanos, aumentando la diferencia entre ellos, en lugar de acercarlos, lo siento, pero no puedo defenderlo. La primera prioridad para mi es extender los beneficios de la red a la mayor gente posible. Lo primero que yo pido a mis representantes políticos es que presionen a las operadoras y establezcan un entramado legal para que la red se extienda a la mayoría de población, tanto en términos de herramientas como en la enseñanza de su uso. En la medida que la red se extienda, su neutralidad aumentará de forma natural. Volvamos a las carreteras. Lo que necesito es que todas las poblaciones tengan comunicación por este medio, y que sea útil, no un camino de tierra. Si después, una empresa quiere establecer una autopista de peaje, sin hacer daño alguno a la comunicación básica de la localidad, puede que no me guste, pero está dentro de la lógica y la necesidad empresarial, aunque seguramente yo siga utilizando la carretera normal, no la de peaje.
Pero si extender la red significa más audiencia objetiva… ¿porque no suele agregar este sector a su petición de neutralidad la de ampliar la red? Para mi, porque se trata de un interés puramente económico, bastante alejado de románticas alusiones a la libertad utilizadas como atractiva coartada. Son los dueños de los camiones, del contenido. Los dueños de las empresas de transportes. Y no quieren, bajo ningún concepto, encarecer lo que hasta ahora les salía prácticamente gratis. Y temen que el hecho de que las operadoras hagan redes más rápidas traiga consigo que también se constituyan en creadoras y transportistas de contenidos, lo que les dejaría en inferioridad, porque no quieren pagar. Me puede parecer lícito esa propuesta, pero desde el punto de vista empresarial, no tomada como bandera del resto de ciudadanos. No estoy a favor de que SOLO existan autopistas de peaje, pero tampoco me siento cerca de quien creen que TODAS las carreteras deben servirles a ellos, antes de que las carreteras sirvan a TODOS. Se les llenam los blos de la palabra “internautas”, como si mi vecina del quinto, que no tiene ni idea de lo que es la neutralidad de la red, no lo fuera, de la misma manera y con los mismos derechos que ellos.
Pero cuidado. No creo que todos los que piden la neutralidad de la red estén movidos por intereses económicos solamente. Existen muchos que, al igual que son apasionados defensores del Software libre, defienden la neutralidad de la red precisamente contra unos intereses económicos que deben estar controlados si pretendemos que la red sea una herramienta para todos. Quizás el debate y la colaboración con ellos sea un mejor camino, y más transparente, para comprender y avanzar en este sentido. Porque estoy convencido que la conversación entre todas las partes implicadas, buscar los puntos de unión y no atacar sin medida a todo aquel que no piensa como nosotros, es la mejor manera de garantizar esa neutralidad
Ahora vayamos a un segundo punto que para mi es muy importante. Y este no es otro que decir que la red no puede ser neutral. Bueno, más bien que yo no quiero que sea neutral. En todas, o casi todas, las discusiones, propuestas o intenciones que he leido sobre la red y su neutralidad, me parece echar en falta una discusión sobre el hecho de controlar lo “malo” de la red. La red no puede ser neutral ante problemas tan graves como la pornografía infantil, el racismo, el fascismo, las mafias internacionales o el tráfico de personas. Ese contenido no debe ser tratado por igual que los contenidos normales de cultura, ocio o informativos. Deben ser censurados y atacados, tanto en origen como en el destino. Si, ya se que eso se sobreentiende, que ninguno de los defensores de la red neutral pretenden que eso sea así. Pero también es cierto que en un mundo en el que Internet constituye la primera herramienta verdaderamente global de la historia, por encima de fronteras o idiomas, es necesario que los gobiernos también actúen de esa manera global en su colaboración. Quiero que mis carreteras, además de llegar a todo el mundo, sean seguras. Quiero que exista seguridad para mis hijos. Y no quiero que esa seguridad sólo dependa de los cerrojos o filtros que ponga yo en mi casa o en mis ordenadores, sino también de mis gobernantes. La red no puede, no debe ser neutral en eso. Y esos filtros y esa seguridad no debe ir encaminada o dirigida sólo por sectores económicos en defensa de su nicho de negocio, como discográficas, productoras cinematográficas o editoriales. Debe ir encaminada a proteger a los sectores de la población más expuestos, como menores (penosa la situación de la pornografía infantil en redes sociales como Windows Live o Microsoft), personas mayores, o colectivos marginales. Utilizar la red no puede hacer más privilegiados a unos ciudadanos que a otros si ese privilegio viene de utilizar la red para saltarse la ley, o para aprovecharse de su ausencia motivada por la rapidez con la que todo esto avanza.
En resumen, que esto me ha salido una chapa larga, me gustaría que mi gobierno se preocupara en extender la red y las garantías de su uso a la mayor cantidad de población posible, poniendo especial énfasis en la seguridad de los menores, y desde luego, no atendiendo a las presiones de grupos económicos para que en eso salgan beneficiados. Me gustaría que las empresas de internet dejaran de confundir la defensa de sus intereses económicos con la defensa de todos los usuarios, utilizando la palabra “internauta” como muchos políticos utilizan la palabra “ciudadano”: solo cuando les conviene. Que estos empresarios den ejemplo de mano abierta, no de puño en cuanto ven en peligro sus cuentas, demostrando que hacen exactamente lo que recriminan a los otros empresarios, que llaman “grandes”, no dar su brazo a torcer en defensa de sus beneficios. Y de los usuarios, de todos, que dejemos de ser fanáticos de una u otra opción, que nada es blanco y negro, y que no estamos aquí como meros números o RTs de apoyo a líderes o a empresarios a los que les importamos bastante poco. Cuanto más exigentes seamos, cuanto más informados estemos, cuanto más seamos, mas estarán obligados a tratarnos de manera transparente. Unos y otros. Y disfrutaremos todos de unas carreteras para TODOS y hacia TODOS los sitios.
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