Como debo de ser la única persona del país que no ha leído La fórmula preferida del profesor, tengo que confesar que este que reseño hoy es mi primer libro de Yoko Ogawa. Casi se me había olvidado que la autora era japonesa hasta que comencé a leer, porque no sé qué tienen los nipones que escriben, a todas luces, distinto. Y tampoco podría decir qué es lo que les diferencia de los escritores occidentales; tal vez sea la manera de hacerte creer que algo tan disparatado como es montarse encima de un hipopótamo sea de lo más normal.
Si la autora y la protagonista no tuvieran nombres distintos, habría pensado que es una novela autobiográfica porque nos presenta una historia nada corriente vista desde la perspectiva de una niña, y lo hace de tal manera que te encuentras allí; viviendo aquellas anécdotas que acontecieron en su infancia y sintiendo las cosas tal y como se sienten a esa edad.
Tomoko es una niña a la que su madre envía fuera de casa para empezar la educación secundaria en una nueva escuela; se irá a vivir con sus tíos, a los que todavía no conoce. Es la misma Tomoko la que nos narra la historia. Sus tíos son gente de dinero y viven en una gran casa de estio occidental con un gran terreno alrededor para recreo de los niños y de una mascota, Pochiko: la hipopótamo enana de Liberia que antes fuera una de las atracciones del zoo que se encontraba en la propiedad.
Tomoko irá conociendo a todos los habitantes de la casa, que son un tanto peculiares; Mina es su prima, tan solo un año menor que Tomoko, y se convertirá en su mejor amiga a lo largo de este nuevo curso escolar; a los demás personajes tendréis que conocerlos vosotros mismos, solo diré que son difíciles de olvidar. Tomoko y Mina se vuelven inseparables y, aunque nuestra narradora es la mayor, cada día que pasa acabará admirando más y más a su prima: sus sueños, sus manías, la naturalidad con la que se dirige cada día a la escuela subida en Pochiko porque la pobrecilla es asmática y no puede aguantar el esfuerzo de subir las cuestas hasta el colegio. Mina es una niña debilucha pero con una imaginación desbordante: lee muchos libros, de los que emite juicios y opiniones muy complejas para su edad, y además crea sus propios relatos a partir de las imágenes de las cajas de cerillas… Lo único que no se le da bien a la niña es relacionarse con los demás.
Poco a poco vamos conociendo anécdotas de la casa, de sus habitantes: lo bueno y lo no tan bueno, las manías de su tía, la afición que les entra a las niñas por el equipo de voleibol japonés, que se prepara para las Olimpiadas… Toda la vida en la casa es un sinfín de acontecimientos tiernos y divertidos… y algo extraños también, pero para eso la historia se ambienta en Japón
La verdad es que no sabría decir qué es lo que me ha gustado del libro; simplemente es un libro especial que te hace volver a tener 12 años y soñar con hacer esa visita que Tomoko hace a su hasta entonces desconocida familia. Beber Fressy, ir a la biblioteca e intentar impresionar al joven bibliotecario del que te has enamorado, hacer bromas con Pochiko… Eso es este libro; una terneza.
ISBN: 978-84-96601-98-7 Páginas: 416 Precio: 18,00 € Propósito personal: no lo cumple
RETO 2011: Po, Polonio
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