Este verano he conocido a la niña en la que está basada la serie de youtube “La niña repelente”. La que yo he conocido era más repelente, más tonta y mucho más creída. No sabía que quedaban niños así por el mundo, ¡la de collejas que se debe de llevar en el cole!
El angelito en cuestión se metía en todas las conversaciones de los adultos, les decía a los niños que era prácticamente perfecta y que cuando fuera rica, mi hijo sería su jardinero…. menos mal que el chaval estuvo atento y le contestó que le iba a regar las flores con lo que ella sabía (mamá, porfa, no me regañes, que ya sé que he sido borde, pero me ha salido así, sin pensar mucho). Mi hijo, que es un bendito, seguro que yo le hubiera contestado algo mucho peor… como cuando la escuché hablar de su hermoso y precioso pelo (cosa cierta, por otro lado, pero no pienso reconocérselo a ella) y no pude evitar decirle que con el cambio climático dentro de unos años no tendríamos agua para abastecernos y lo primero que recortarían serían las duchas y lavados de pelo, que nos obligarían a ir calvos y a pasarnos toallitas por la cabeza de vez en cuando. Ver su cara de horror y espanto no tuvo precio.
Me dio un gusto malsano cuando perdió al pin-pon, al balón prisionero y que cuando hablaba, el resto de los niños pasaba de ella. Lo siento, soy humana y como no podía darle una buena patada en el culo, me he conformado con lo que podía. Autorizo a cualquiera a que si mis hijos son así, la patada en el culo me la den a mi.
Y me consuela pensar que hay niños mucho peores que los de una misma!