En su novela más reciente, la premio Nobel de Literatura Toni Morrison (Lorain, Ohio, 1931) sale de su zona de confort para dar vida a una protagonista millennial, una chica nacida en los años noventa del siglo pasado, lo que le permite examinar los problemas de la juventud actual y, en particular, de las jóvenes negras. La autora trabaja el retrato generacional con referencias a la PlayStation, Internet y ciertas marcas; no obstante, en la práctica, La noche de los niños (2015) va más allá del puro presente y explora ante todo el peso de la infancia en la construcción de nuestra identidad adulta, un tema que, tal como está planteado, no entiende de edades ni de épocas. La protagonista, Bride, tiene veintitrés años y se puede considerar una mujer hecha a sí misma: después de una niñez complicada, marcada por el rechazo que su madre sintió hacia ella al descubrir que tenía la piel más oscura que la familia (y, por lo tanto, le esperaba una peor consideración social), se ha convertido en una chica independiente y atractiva que dirige con éxito una firma de cosméticos.
Toni Morrison
No aparecen niños en la novela, pero Morrison se las ingenia para abordar los traumas de la infancia a partir de las experiencias de los adultos que no los han superado; se trata, por lo tanto, de una mirada descarnada sobre la niñez, sobre lo que nos hace débiles, sobre lo que puede romper el equilibrio. Por extensión, es asimismo una mirada descarnada sobre la maternidad, porque la violencia simbólica ejercida sobre la protagonista comienza, precisamente, con esa madre que, al contrario que otras progenitoras sobreprotectoras, la cría con aspereza para que aprenda la cara más amarga de la realidad desde la cuna. Pese a estos aciertos, no termina de ser una obra redonda: la profundidad pretendida contrasta con determinados clichés (escenas racistas vistas y revistas, superficialidad del ambiente de la protagonista, giros melodramáticos) y, además, algunos personajes se podrían haber desarrollado mejor, como la maestra o la amiga de Bride. En general, aun apreciando el lirismo de su prosa y el calado de su mensaje, parece que La noche de los niños se quedó un poco a medias en todos los aspectos (trama, personajes, estructura). Seguramente no es lo mejor que ha escrito la autora.