Reseña de la novela La noche del Caimán
Título: La noche del Caimán
Autor: Diego Ameixeiras
Editorial: Fondo de Cultura Económica (México)
Año: 2020
Páginas: 111
Sobre el autor
DIEGO AMEIXEIRAS (Lausana, Suiza, 1971) nació en tierras helvéticas pero se crio en Ourense, ciudad que ha rebautizado en sus narraciones como Oregón. Periodista por formación y guionista por dedicación, ha cultivado con asiduidad el género negro, donde, como todo autor que se precie, también ha creado su particular versión del detective sagaz en la persona de Horacio Dopico.
Como narrador se estrenó con Bajo mínimos (2004), a la que siguió, poco después, El ciudadano del mes (2006), parodias del hard-boiled que se configuran como pulp. Tras ellas vinieron Tres segundos de memoria (2006) ―Premio Xerais―, Dime algo sucio (2009) ―Premio Especial del Director de la Semana Negra de Gijón―, Asesinato en el Consejo Nacional (2010) ―Premio Irmandade do Libro―, Historias de Oregón (2011) ―Premio Novela por entregas La Voz de Galicia―, Todo OK (2012), Matarte lentamente (2013), Conduce rápido (2014) ―Premio Antón Losada Diéguez― y La noche del Caimán (2015), que homenajea a David Goodis.
Sinopsis de la obra
Diego Ameixeiras traza un mapa certero desde las desembocaduras del río Miño en Galicia hasta las calles de Filadelfia, siguiendo el rastro de tres sombras que esconden más de un secreto. Un reptil citadino en la búsqueda de algo o de alguien, un escritor ansioso por conseguir su ópera, y Selma, una suerte de femme fatale, pero con ciertos ápices de bondad. Éstos se verán involucrados en situaciones violentas que de algún modo se acomodarán en el mismo laberinto. Ameixeiras lanza así una nota musical distorsionada que se convertirá tan sólo en el recuerdo de algún silencio apremiante en otra noche de caimán.
Reseña de La noche del Caimán
Homenaje
En un intento de rendir homenaje a la novela negra norteamericana, y a David Goodis en particular, arma Diego Ameixeiras una novela que transita desde Ourense a Filadelfia, que no sólo recoge situaciones dignas del género, sino que también profundiza en cuestiones metaliterarias, tales como la propia concepción de la escritura, las relaciones con los editores, siempre difíciles, o el papel que algunos autores desempeñaron hace décadas, publicando popularísimas novelas con seudónimos anglosajones.
Con esa prosa certera, de destellos breves, que suele caracterizar a Ameixeiras, vamos conociendo a Vicente, a Selma, a Ricardo, al Caimán, y entramos en sus rincones más ocultos, en los sueños y obsesiones, en las vidas trazadas y las que les gustaría a ellos mismos dibujar, y es entonces cuando nos convertimos en testigos de excepción incluso de algunos momentos reales del citado Goodis, cuando asistimos a las apuestas que se pueden realizar a cambio de escribir una buena novela, de conseguir una nueva dosis, o de disfrutar de una buena caricia.
Son retazos de una vida que el autor se encarga de ir desgajando en tres bloques narrativos que lograrán saltar las fronteras del Atlántico, para terminar en una ciudad norteamericana donde, más que esconderse el ambiente soñado por el escritor, se guarecen los lobos del asfalto, los mismos que marcan esas nuevas relaciones, los que ocultan la muerte como el envés de la moneda de los sueños. Allí, en esas calles, es donde la esencia del género negro se hace más patente, allí es donde se descarnan las verdades y cada personaje debe asumir su enfrentamiento desnudo con las mismas.
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