Aunque todos tenemos guardada en la memoria la cantinela del caracol que saca los cuernos al sol, lo cierto es que la mayoría de estos animales tienen hábitos nocturnos y crepusculares, y el sol mas que llenarles de alegría los reseca y los mata. Debido a esto evitan las horas centrales del día y prefieren los días lluviosos y nublados y la oscuridad a la luz.
En las noches húmedas y cálidas, poco después de que se ponga el sol, los caracoles empiecen a asomar los cuernos. Los hay de todas las formas y colores, muchos de ellos mas pequeños que una uña de un meñique, otros grandes como un dedo pulgar. Todos salen salen de sus refugios diurnos para buscar alimento y también para reproducirse.
Hace unos días, mientras andaba detrás de las salamandras rabilargas me fijé por casualidad en la gran cantidad de caracoles que compartían el talud con ellas. Me sorprendió la gran variedad de especies que pude ver en un espacio tan pequeño y me sorprendió lo bonitos que eran.
Algunos tenían la concha lisa, otros con rayas, otros eran color dorado brillante, algunos de tenían la concha multicolor y otros tenían manchas dispersas por toda su superficie. Los había con conchas aplanadas mientras que otros las tenían redondeadas y globulosas. Los había que tenían la superficie intacta mientras que otros la tenían rota y escachada, quizás por alguna caída o por el picotazo de un pájaro.
Mientras los miraba y les hacía fotos se me pasaron las horas sin darme cuenta y seguro que con un poco mas de tiempo hubiera encontrado muchos mas. Como ya comenté varias veces, solo hace falta darse una vuelta y fijarse un poco para darnos cuenta de lo poco que sabemos y de lo mucho que nos queda por aprender.
Y como evidentemente me queda muchísimo por aprender, os agradecería a los que sabeis mucho mas que yo que me echéis una mano con la identificación, a ver cuantas especies sacamos entre todos.