La captura de Osama Bin Laden, número uno en la lista de los más buscados y obsesión/prioridad absoluta de Estados Unidos durante una década, fue, como todos recordarán, atronadoramente sonada, y el gesto que norteamericanos sobre todo buscaban desde el tristemente célebre 11-S. Era pues inevitable y cuestión de (poco) tiempo que, dados ellos a escribir sus victorias y reescribir sus derrotas, el evento se trasladara al cine. Pero ya puestos, antes de que la historia fuera contada dentro de marcos pirotécnicos o sentimentales por autores del tipo Oliver Stone o Steven Spielberg, con Kathryn Bigelow, ganadora (por primera vez para una mujer) del Oscar a la mejor dirección por la fabulosa En tierra hostil, la empresa estaba en muy buenas manos.
El resultado es un trabajo no a la altura de En tierra hostil, pero sí muy interesante y recomendable, sirviendo como elogio que en la era de las series de cuarenta minutos no resulta difícil de digerir un metraje de dos horas y media de duración, que mantiene activa la atención del espectador tanto en el primer tramo de la cinta, en el que se gesta la operación, como en la movilización y captura en sí. Bigelow retrata la guerra moderna tal y como es: ocre desértico de día y verdoso de visión nocturna cuando se pone el sol. Justo como las televisiones nos han enseñado que se libran hoy las batallas (al menos las que se ganan) desde el punto de inflexión que supuso la retransmisión casi en directo de la guerra del Golfo. Y seguramente el mayor logro de este trabajo reside justo ahí, en que asistamos con un estupendo hacer técnico y artístico a una operación rápida aunque gestada durante varios años como si la viéramos a través de una ventana, introduciéndonos como observadores en un escenario hiperrealista donde no hay concesiones (ni una sola) a la épica o la fotografía posando del héroe o el villano vendiendo caro su pellejo con una escopeta en cada mano. Especialmente meritorio es el trabajo de Jessica Chastain (La deuda, El árbol de la vida, Criadas y señoras), impresionantemente verosímil liderando sin descanso cual perro de presa la cacería. Las cosas en la vida real son tan crudas como “poco decorativas”, y este es el modo de trabajar de Katrhyn Bigelow, con sus limitaciones y su legión de seguidores también. Seguidores, por cierto, entre los que no se encuentran muchos altos cargos de la CIA, poco contentos al ver retratados sus cuestionables métodos para conseguir información. Pero el debate de si la guerra de guerrillas sólo con la misma moneda se combate también es bueno que se ponga sobre la mesa, y si todo este calado lo consigue una película, queda claro que estamos ante uno de los eventos cinematográficos y me atrevería a decir que también sociales del año.
Dirección: Kathryn Bigelow. Título original: Zero dark thirty Duración: 157 min. Intérpretes: Jessica Chastain (Maya), Jason Clarke (Dan), Joel Edgerton (Patrick), Jennifer Ehle (Jessica), Mark Strong (George), Kyle Chandler (Joseph Bradley), Edgar Ramirez (Larry), Reda Kateb (prisionero), Scott Adkins (John), Chris Pratt (Justin), Taylor Kinney (Jared), Harold Perrineau (Jack), Mark Duplass (Steve), James Gandolfini (director de la CIA). Guión: Mark Boal. Producción: Kathryn Bigelow, Mark Boal y Megan Ellison. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Greig Fraser. Montaje: William Goldenberg y Dylan Tichenor. Diseño de producción: Jeremy Hindle. Vestuario: George L. Little.