Por la noche cada cual calentó su comida en una estufa de acampar, montaron una caseta enorme en la que durmieron, desenrollaron sus sleeping bags, iluminaron sus calabazas y estuvieron hablando y jugando casi toda la noche.
Esa noche apenas pude dormir, pero ellos la pasaron muy bien. No fue hasta que se quedaron dormidos que fui en silencio y apagué las velas... para que las calabazas tambien pudieran dormir.