Me exilié de los telediarios a duras penas, una temporada. Me aparté de TODOS los debates verduleros, ¿hay alguno verdadero?, de la primera a la sexta, que ya apesta, de los al rojo vivo a los azules patéticos. Ya los colores me confunden, me han convertido en daltónico. Mi médico, Mister Mind, me prohibió los “marhuindas” (*), que en su lugar me coloque con unas guindas, también le metes licor café, yo qué sé, dijo, mejor borracho que muy cuerdo, la cordura es una pérdida de tiempo, no hay recompensa por traer con vida a la razón, tampoco importa si está muerta. Que me confunda el alcohol, si, antes que la legión de abortos que van de la tele al formol (y viceversa), que duermen en tarros de estudio tamaño loft, pendientes de cura (sin sotana), si es que tienen interés pa la ciencia, ¡qué pesadilla, cojones!
Tonto de mí, creí que el distanciamiento me había curado. Recaí fulminantemente, burlada la orden de alejamiento. A la misma realidad de marras en un instante he vuelto. Me asquea la unidad, la pluralidad, la nacionalidad…la actualidad pintada con tonos grises de vacuidad. Necedad e imbecilidad al servicio de la propiedad. Nos tienen enganchados en las concertinas de la blablacidad, mal llamada locuacidad. Sin piedad con la honestidad somos refugiados de la verdad. Me canso de que todo termine en ad. Para que el asunto parezca de interés nacional hacen un revuelto, pero sin huevos, nunca los hubo ni los hay. Más de lo mismo y lo mismo de más. Rancho informativo, menú barato, vulgar. Sabe igual el postre que el primer plato. Es el super de las noticias con sus folletos ofertas. Lleve tres y pague dos, una de catalanas, otra de lo bien que va España y la tercera, la tercera una cualquiera sin fecha de caducidad, de Venezuela o de Grecia, por ejemplo, una tipo comodín que vaya bien a los comodones de ambos bandos. Igual que en los hiper de comida, acabas llevando danone o cualquier cosa de la firma neslé, compresas evax, pastillas avecrém, pan bimbo y embutidos del pozo (sí, el pozo es lo nuestro) y lo mejor (peor) es que sales convencido de que has elegido, pero todo va a parar al mismo saco, ese en el que entran billetes a montones y sale volando sin haber cotizado. Lo mismo lo mismo lo mismo, una y otra vez.
El pepé se recupera, la repera. A sus votantes enfermos de memoria los sigue curando con recetas de mentiras. Mentirina 500 miligramos, si hay que subir la dosis, se sube. Los demás no importamos si estamos sanos (por poco tiempo). No hay países diferentes, solo una derecha global absolutista, caprichosa y consentida, dueña de todo, incluso de nosotros. Cuando suelta la butaca es para que se le pase el berrinche a la oposición, sea cual sea. Cinco minutos, hasta que deje de patalear. Pero por joder que no sea.
(*) Cruce entre un maruhenda y un inda, un periosaurio.