Hola, soy Daniel, y me causa conflicto el hecho de que hoy en día, habiendo tanta delincuencia, tanta pedofilia, tanta violencia, y tanta marginalidad en el mundo real, a un padre o a una madre, más allá de todo lo anteriormente mencionado, le pueda preocupar más el hecho de que su hijo vea por la calle a una pareja homosexual agarrada de manos, o a un hombre con el cabello pintado de rosa, o a una mujer vestida de forma masculina, y no saber cómo explicárselo, porque, y cito lo que he escuchado muchas veces: “Temen que su hijo al ser influenciable copie esas tendencias extrañas”…
Por un lado entiendo que cualquier padre tenga miedo de que su hijo termine siendo un marginado de la sociedad por presentar conductas que para ellos resultan ajenas a lo que consideran normal, pero por otro lado es precisamente eso lo que me enoja, que los padres crean poder determinar bajo su propio criterio que es normal y que es anormal en cuanto a estos temas, y quieran transmitirle eso a sus hijos, quienes por ser niños, creerán en lo que ellos, por ser sus padres, les digan. Aclarado este punto, continuemos…
Partamos ahora de algo muy importante, la normalidad es relativa, porque si bien hace unos años en Estados Unidos hubo un presidente afroamericano, lo “normal” hace 60 años era que los negros no pudiesen ni tan siquiera votar, pues, su único derecho era vivir a cuesta del servicio hacia los blancos, y sé que es un ejemplo tan básico y trillado como la vida misma, pero es todo lo que necesito para demostrar 3 cosas:
1) La primera es que, como ya dije, la normalidad es relativa, pero lo es porque está determinada por el criterio de la gente, y el criterio de la gente está sujeto a cambios, siendo que si la gente opina que algo es normal, lo será, y mientras más gente opine lo mismo, más normal será ese algo.
2) Lo segundo es que el criterio de la gente tiene de dos sopas, o evoluciona, como el criterio que en algún momento dio pie al feminismo o igualdad, o involuciona como el criterio que alguna vez desencadenó tal cáncer social como lo es el machismo.
3) Y por último, la opinión en masa es contagiosa, solo basta con que una persona tenga una opinión que de lejos luzca certera, y unos cuantos argumentos para sostenerla, permitiendo así que dicha opinión se propague hacia los que carecen de criterio propio.
Es entonces cuando concluimos que nada en este maldito mundo es normal, o por el contrario, todo lo fue, lo es, o lo será. Así que ningún padre o madre me puede venir a sermonear utilizando en su argumento la palabra “normal”, porque como ya sabemos, la normalidad es relativa. Pero, vayamos parte por parte…
Está la cuestión de las apariencias físicas, en las que fácilmente tu hijo puede ser sorprendido por ver en la calle un hombre con el cabello teñido de rosa o con las uñas pintadas, como también por ver una mujer vestida masculinamente, o con su cuerpo lleno de tatuajes, en fin, las posibilidades son infinitas y el tiempo es corto.
Es entendible que un niño pueda ver con ojos de intriga dichas tendencias de la actualidad, porque es incluso entendible que tú, madre o padre retrógrado, lo vean con ojos de “que carajos estoy viendo”, ya que a lo mejor, lamentablemente fuiste criado por alguien con una mentalidad regida por lo convencional, o lo que es lo mismo, por alguien religioso, pero ese es otro tema. El punto a aclarar es que desde tiempos inmemorables el ser humano ha tenido la necesidad de innovar… en tecnologías, en construcciones, en comidas, y ¿por qué no? En vestimenta, obvio.
Míralo así, en algún momento de la humanidad, a algún loco se le ocurrió la genial idea de salir con un pedazo de tela amarrada a su cuello que colgase sobre su pecho hasta llegar a su abdomen, y con toda su gana decidió decir que ese pedazo de tela se llamaba “corbata” y que era parte de su vestimenta, poniéndose así de moda y volviéndose entonces costumbre.
Entiendo, es lógico que una corbata no se compare con un cabello teñido de rosa, o unas uñas masculinas pintadas, o ropa de hombre luciéndose en un cuerpo de mujer, o tatuajes, o bla… Pero cada quien decide como lucir, y cada quien decide si ser parte de una estricta normativa que dicta sin ton ni son como vestir y actuar, o ser como sienta que debe ser, por lo tanto es inútil creer que tu hijo no lo notará, o que a lo mejor no quiera lucir como aquel chico de uñas pintadas que vio en la calle, o que tu hija no quiera lucir como esa chica tatuada, ya que el hecho de ocultarlo solo pospone la realidad, y si a tu hijo le dará en algún momento de su vida futura la gana vestir o actuar de una determinada forma, lo hará, hagas lo que hagas, y no está mal, mal estaría que por tener miedo a tu rechazo, te oculte todo lo que es.
Ahora, vamos con algo bastante controversial en estos días, la gente arcoíris. Si, quizás es cierto que la homosexualidad es un tema a lo mejor un tanto delicado, hay que saber cómo tratarlo y más si se trata de un niño pequeño el cual creció viendo a la sirenita con el príncipe Erick, o a la bella con la bestia, o… bueno, ustedes entendieron el punto.
Disney y cualquier programa donde relatan la historia de una pareja “normal” nótese las comillas, hace creer a los niños que no hay nada más allá de eso, y si bien para un niño que gusta de niñas, o para una niña que gusta de niños no es algo perjudicial directamente, lo es para cualquier otro infante que guste de niños de su mismo sexo, ¿por qué? Bueno, plantéate vivir la infancia siendo un niño en un mundo en donde solo conoces las parejas formadas por hombre y mujer, y que de repente te guste Marcos, el niño de tu clase que se sienta dos puestos delante de ti, sin saber porque, sin saber que sucede, pensando que eres un rarito, sintiéndote fuera de lugar y reprimiendo todo lo que eres por miedo a lo que pueda pasar. Ha de ser horrible ¿verdad?… pues sí, lo es, y el hecho de que tú hayas nacido y crecido sin tener esa sensación, no significa que nadie más en el mundo la tenga o la haya tenido.
Sin embargo, también afecta a los niños o niñas que gustan del sexo opuesto, pues, crecen con la idea de que todo lo que esté fuera del príncipe y la princesa está mal, y aunque algunos cambian de opinión y recapacitan, otros quedan sumidos en la idea retrógrada de la homofobia, y si algo sabemos de la homofobia es que es bastante parecido sino igual al odio, como también sabemos que odiar solo porque sí, eso sí está mal.
Abarquemos el punto de que los niños son “influenciables”, empezando por decir que sí, lo son, o sea, al fin y al cabo son niños que están en proceso de entender el mundo, y al no saber que está bien y que está mal, copian lo que ven, pero es precisamente esta la razón por la cual desde un principio y sin pelos en la lengua debemos enseñarle que existen familias con dos padres o con dos madres, simplemente para que lo sepa, para que lo tenga presente, y para que cuando vea a un par de hombres agarrados de la mano, entienda qué está pasando, y sepa que está bien, porque “papá y mamá me dijeron que las parejas pueden estar formadas por un hombre y una mujer, por dos hombres, o por dos mujeres”.
La cuestión es que si a ti no te termina de parecer normal o no estás de acuerdo, no significa que no esté allí, que no exista, por lo tanto no puedes crearle a tu hijo una opinión negativa o positiva, porque no es un tema polémico, es un hecho, el cual por último aunque sea a razón de cultura general, tu hijo debe saber.
Y si en tu infinita ignorancia internalizada llegas a pensar por un momento que el hacerle entender ese sencillo dato a tu hijo, puede causar que, y cito otra vez lo que por desgracia he escuchado muchas veces “tu hijo se vuelva gay por pensar que es normal”, te recuerdo algo importante, querido o querida:
“Actualmente en el mundo existen varios países que aceptan la adopción igualitaria, y por ende, hay una gran comunidad homo-parental que ahora mismo está disfrutando de tener un hijo o hija que CONOCE la existencia de la diversidad sexual, SABE el hecho de que eso no necesariamente significa que será igual a sus padres ya que una cosa no tiene nada que ver con la otra y por última y más importante ENTIENDE que amar es amar, sin importar nada más.
Y sí, no te negaré que existe una ínfima posibilidad de que si haces eso, tu hijo te diga que gusta de personas de su mismo sexo, pero como ya quedó aclarado, una cosa no tiene nada que ver con la otra, y si tu hijo resulta pertenecer a la comunidad LGBT+, pues déjame decirte que no será culpa de nadie, porque hablaras o no hablaras con el de la homosexualidad, tarde o temprano lo descubriría, o a lo mejor ya lo sabía pero no entendía que estaba pasando.
El punto es ese, nadie “se vuelve” gay ni “decide” ser gay, la homosexualidad no se contagia porque no es una enfermedad, ni se copia porque no es una moda, se vive, porque es un sentimiento, y a lo mejor es distinto al tuyo, pero no por eso debe ser menos.
Preocúpate como padre de enseñarle a tu hijo que está mal robar, que está mal mentir, que está mal creer que por equis razón es más que los demás… Deja que vean la realidad, que pregunten, que sean curiosos como todo niño lo es, sin ocultarle algo que por regla de tres tarde o temprano descubrirá. No te digo que le muestres todo lo que el mundo tiene para ofrecer, solo que no ocultes ni tapes lo que puede entender y asimilar como el niño que sigue siendo. Matemos a la plaga social llamada normatividad desde la raíz, desde nuestros hijos, desde lo que será en un futuro la sociedad que reine.
ATT: Un iluso pensador.