No hace falta que diga que mi ordenador cada día da más problemas: pierde archivos, me cierra y no guarda… y eso influye en mi frecuencia de publicación. Nunca se cuando voy a poder dedicar un momento a sentarme al ordenador a redactar cosas para el blog, y no siempre las puedo terminar en ese mismo momento, por lo que si dejo abierto un archivos a medias por la mañana no siempre es seguro encontrarlo entero o siquiera vivo por la tarde.
Esto es lo que me ha llevado últimamente a una arcaica costumbre: el papel y el boli. Escribir a mano es algo que llevo haciendo toda la vida y que potencié mucho cuando estudiaba, pero que he ido dejando con el tiempo y la comodidad de los formatos digitales. Así que mi disgusto fue mayúsculo cuando hace unas semanas fui a coger unas notas a mano… y no me movía con la fluidez de antaño.
¿Podemos olvidarnos de cómo escribir? Seria tremendamente triste perder ese toque romántico que tiene el papel manuscrito: Shakespeare con su pluma a la luz de una vela casi agotada no tiene comparación con un hombre frente a un ordenador portátil. Porque aunque sea lo mismo, y el resultado pueda ser igual de bueno o incluso mejor… parece que pierde el carisma.
Porque, por lo general, ya no se escribe apenas si no es para dejar una notita en la nevera diciendo que faltan huevos o que dejaste el salmón en el horno. Y ya casi ni eso con el Whatsapp, con lo que mandas el aviso directamente al móvil de la otra persona. El bolígrafo que todo teníamos en el cajón de la cocina empieza ya a secarse.
Incluso las anotaciones que hacíamos para las reseñas se van perdiendo ahora que con el digital las hacemos sobre el mismo libro. Comodidad y seguridad hemos ganado, pero vamos perdiendo las habilidades de antaño.
Yo ahora he cogido una rara costumbre: manuscribir las reseñas. Al menos me aseguro de que lo que escribo no se pierde en el limbo de los archivos borrados. Y además le doy un toque vintagea mis hábitos, a pesar de llenar toda la casa de papeles pendientes de ser transcritos al ordenador.
He leído alguna vez en una entrevista un autor (aunque no recuerdo quien era) que escribía en una libreta sus novelas para luego transcribirlas al completo. Parece ser que así se pueden corregir fallos y en la segunda escritura se detectan cuestiones de estilo que sobre la marcha se pasaron por alto. Curioso ¿verdad?
Hay costumbres (o las había) con respecto a escribir a mano de lo más peculiares: hay quien no puede soportar los bolígrafos negros y los hay que escriben con mas colores que el arcoíris, que escriben en folios blancos como la nieve o en hojas arrugadas, lo que lo giran el papel o los que lo ponen más recto que un palo, los que usan letras mayúsculas (como mi madre) o de molde (como mi padre)…
Yo, por mi parte, no me importa el bolígrafo siempre que no sea rojo o de gel, escribo en hojas dobladas y las giro casi 90 grados para doblarme mucho sobre ellas. Además, mi letra es difícil de entender aunque me esfuerzo por escribir redondito y recto.
Y vosotros ¿Cuáles son vuestras manías a la hora de escribir tradicionalmente?