La novela de Rebeca. Mikel Alvira

Publicado el 30 diciembre 2015 por Carmina
Reconozco que libro veo, libro quiero, desde que pululo por Twitter mi lista de deseos se ha desmandado y  no os podéis imaginar de que  manera, algunos caen enseguida y otros aguardan su ocasión pacientemente. Con La novela de Rebeca sentí un flechazo a primera vista, y tuve que hacerme con un ejemplar sí o sí, y sin embargo luego su lectura fue de lo más accidentada, con lecturas conjuntas que se me cruzaban por medio, con poco tiempo para leer, y semanas enteras sin poder simultanear, con lo que estuvo parado bastante tiempo, tanto que pensé que tendría que volver a comenzar de nuevo para coger de nuevo el hilo, pero me pasó con ella igual que con esos amigos que vuelves a ver diez años después y es como si hubierais estado juntos el día anterior.
Y es que La novela de Rebeca es como un gran juego, una gran matrioska literaria en la que encontramos una novela dentro de otra novela, pero a su vez varias tramas, varios enclaves, y una forma de narrar que descoloca al lector, que en todo momento tiene las piezas a la vista, solo ha de saberlas mirar bien para darse cuenta de que todo lo tiene delante, y sin embargo el autor es capaz de sorprenderlo con giros inesperados y sobre todo con ese final tan brillante que termina noqueando al incauto lector que pensaba que ya lo había visto todo.
Y es que es innegable que la novela negra está de moda, que ha dejado de ser un subgénero, el hermanito pobre de la literatura para convertirse en un género que aglutina a un gran número de lectores ávidos de frescura. Cuando eres asiduo a un tipo de novela, te da la sensación de un dejà vu cuando comienzas a leer, o bien los personajes están estereotipados en exceso, o te presentan una novela negra de manual, con lo que ya sabes si una novela va a ser de tu gusto o no. De ahí que, al menos yo, cada vez más valore esos pequeños o grandes soplos de aire fresco que autores noveles o consagrados son capaces de imprimir a su creaciones.
Mikel Alvira ha sido capaz de sorprenderme con su personaje Simón Lugar, en unas cosas tan parecido a mí y en otras cosas tan diametralmente opuesto, pero al mismo tiempo con Rebeca, o mejor dicho con las dos Rebecas, la real y la de ficción si podemos hablar en esos términos, y no contento con ello ha conseguido que me formule un montón de preguntas que a pesar de no dejar cabos sueltos me ha costado contestar y para terminar me ha deleitado con sus reflexiones sobre la creación literaria, sobre las exigencias del mundo editorial, de los representantes, un mundo que para nada imaginaba tan estresante y en ocasiones tan cruel.
Por todo ello ha valido la pena su lectura, incluso lo accidentada que me ha resultado a mí en concreto, porque una novela que es vibrante y cuesta soltarla me visto obligada a relegarla, sin embargo mi mente no lo ha hecho de ahí que no haya necesitado en ningún momento volver atrás, cuando retomé mi lectura tuve la sensación que hacia unos minutos o unas horas que había dejado el libro.
El autor:
Mikel Alvira, inquieto creador multidisciplinar, alterna la producción literaria con las
manifestaciones plásticas y la redacción de guiones.
Ha publicado varios ensayos, poemarios y novelas, entre ellas el bestseller El silencio de las hayas.
"Soy escritor y todo cuanto hago tiene que ver con lo que escribo. Si tuviera que resumir mi perfil, diría que no sé no escribir".
Argumento:
Solo un escritor tramposo puede escribir la novela perfecta.
El autor de éxito Simón Lugar lucha por dar forma a su primera novela negra. Meláncolico, misántropo, se siente presionado por su agente literaria y sus cientos de miles de lectores. Buscando la inspiración en un paseo por la playa, conoce a una joven enigmática. Mientras, una serie de sangrientos asesinatos van conformando la trama del libro dentro de su cabeza.
Mis impresiones:
Si me permitieras recomendarte algo, sería que llegaras a la novela lo más inocente posible, habiendo leído las menos opiniones posibles sobre ella, porque muchas veces en nuestro entusiasmo opinador no nos damos cuenta de que damos demasiadas claves al futuro lector, como me ha pasado a mí y menos mal que ya había leído la novela me desvelaron un aspecto clave que el autor tarda bastante en aclarar y que a mi juicio le quita emoción a la novela saberlo de antemano, aunque yo ya lo intuía.
Dicho esto y si persistes en conocer mi opinión, aviso que cómo considero una experiencia maravillosa el ensamblar este puzzle voy a desvelar lo menos posible y voy a exponer sobre todo las sensaciones que a mí me ha causado esta lectura, que no son pocas.
En primer lugar reconozco que he disfrutado como una enana con esas reflexiones que el autor nos regala sobre el oficio de escribir, el mundo editorial y sobre todo las presiones que sobre un escritor ejercen su agente literario y también sus lectores. Presión que  muchas veces le impide cambiar de género, o le aboca a escribir segundas partes de novelas que no estaban previstas, y no es precisamente esto último lo que expone Alvira en La novela de Rebeca, pero no he querido dejar de constatarlo.
En el transcurso de esas reflexiones me he visto asintiendo como si yo perteneciera al gremio, y es que ese bloqueo que sufre Simón Lugar, esa falta de ideas, lo sufrimos casi todos los que jugamos a juntar letras, yo misma muchas veces me he visto estancada en un reseña sin saber que camino coger, ni como ordenar mis ideas, ni que es mejor decir, ni que debería callar, simplemente las palabras se niegan a fluir y con ello la página en blanco cada vez se convierte en una pesadilla mayor. Sin duda ha sido unos de los puntos fuertes de esta novela.
Otro de sus puntos fuertes ha sido la forma caótica de exponer el autor los hechos y las tramas, nos encontramos ante un escritor de éxito, que decide desoír el consejo de su agente literaria y por una vez decide escribir la historia que le apetece, y esta se circunscribe en el género negro, y Simón Lugar no lo domina, no sabe como hacerlo, quizás ahí radique la frescura, porque ya sabemos que no vamos a encontrar un trama de manual, no vamos a encontrar un asesino al uso, ni un investigador corriente, ni siquiera crímenes que se parezcan a otros, en esa falta de conocimiento se encuentra la clave para sorprender al lector, y a fe que lo consigue.
Me he preguntado en muchas ocasiones si realmente Mikel Alvira se parece en algo a Simón Lugar, y no en su forma de ser, que ya me ha quedado claro que es diametralmente opuesto, me refiero a esas manías de escritor que exhibe nuestro protagonista, a la forma que tiene de enfrentarse a la creación literaria, al bloqueo creacional, si tiene ese caos de ideas que apunta de cualquier forma para luego crear un crimen que se le parezca. Reconozco que me chocó en un principio tanto que no sabía en las primeras páginas en que podía terminar aquella experiencia.
Porque además de enfrentarnos a esa faceta creadora del autor, nos enfrentamos a una protagonista de ficción que pretende escribir una novela negra, esta protagonista atiende al nombre de Rebeca, y trabaja en una revista de decoración, aunque pretende escribir una novela negra. En ocasiones parece que Simón pierde el control sobre su personaje, parece que esta toma vida propia, que se hace más atrevida y más descarada, y todo ello salpicado por unos crímenes que como poco te hielan la sangre y te hacen elucubrar quién puede estar tras ello.
Muchas piezas en este rompecabezas, pero si el lector piensa que con ello ya cuenta con todas  está muy equivocado, porque la vida de Simón Lugar da para más de un quebradero de cabeza y eso que es una persona asocial que rehuye el contacto humano, sin embargo de momento nos encontramos en Buenos Aires y con dos personajes más Luz y Rebeca, y nos preguntamos que relación los une, sin que llegue a estar nunca demasiado claro, y dos hermanas que se enfrentan a un juicio, y que tampoco sabemos demasiado bien quien les ha dado vela en ese entierro, ni que han hecho para merecer eso.
No contento con ello el autor introduce un nuevo escenario La Provenza, con su bucólica evocación, un lugar en el que Simón Lugar busca la paz y también la soledad tan solo rota por los guardeses que le alquilan la vivienda. Un escenario más, y otros personajes que tampoco es que aporten demasiado a la trama, pero que tienen su encanto, y que sufren un giro a lo largo de la misma, porque si algo define a esta novela son sus continuos giros, nada es lo que parece, quien es el personaje real y quien la ficción, el juego que se lleva Mikel Alvira con el lector le hace dudar de todo y de todos, sospechar de cada uno de los personajes, para darse cuenta de que en el juego ha sido burlado por el autor, aunque yo reconozco que no del todo.
Uno de los temas que trata este libro, el que atañe a la pequeña Rebeca, y que no quiero desvelar, lo he vivido en propia carne, sin llegar a juicios, sin necesitar gran atención psiquica, porque mi hijo demostró ser más fuerte que yo misma, quizás por eso esta novela llegó a dolerme en lo más hondo de mi misma, hubiera querido tener un Simón Lugar, que me apoyase, que hiciera reír a mi hijo, hubiera querido sobre todo ser capaz de darme cuenta antes de lo que estaba pasando. Como bien dice Simón Lugar, Rebeca no volvió a ser la misma, mi hijo maduró muchísimo quizás porque no tuvo consecuencias físicas, solo psiquicas, aprendió a ser mordaz y a utilizar la palabra como arma. Aprendió a quitarle hierro al asunto y sobre todo a olvidar esa etapa de su vida.
Así pues nos encontramos con una novela que no es lineal, pero tampoco deja de serlo, que da saltos desde la realidad a la ficción, si es que podemos decirlo de esa manera, para ello se vale de unos encabezamientos de decoración que escribe Rebeca Lehman, y de la letra en cursiva para la parte de la novela que escribe Simón Lugar. También los saltos en el espacio están bien señalados y como los personajes son distintos no podemos perdernos, más cuesta en ocasiones los saltos al pasado, pero cuando logras centrarte en la trama no pierdes la concentración lectora.
Conclusión:
Si quieres un soplo de aire fresco dentro de la novela negra, quizás La novela de Rebeca te sorprenda, si te gustan los juegos literarios, te recomiendo jugar con Mikel Alvira, seguro que no puedes soltar la novela de la mano, y si la tienes que soltar como yo, seguro que cuando vuelves a ella descubres que parece que el tiempo no haya pasado.
Simón Lugar me ha montado en una montaña de sensaciones, en ocasiones he sido capaz de empatizar con él, en otras su forma de ser me ha hecho revolverme, me ha gustado el personaje de Eme y  me ha hecho pensar mucho, incluso después de haberla terminado, pero estoy con la pequeña Rebeca, es la explicación más plausible.
Y si la novela engancha, y te mantiene pegado a sus páginas el final te deja con la boca abierta, creo que todavía no he podido cerrarla del todo y eso que ya han pasado unos meses, y cuando releo el final, a pesar de conocerlo todavía es capaz de sorprenderme el juego del autor que consigue noquear al lector.