Es difícil imaginar cómo sería el film en su versión íntegra de 115 minutos, ya que la copia existente restaurada por el Norsk Filminstitutt apenas alcanza los 70, pero parece que probablemente impresionado por el Mauritz Stiller de la sobria y genial "Johan" - y algo tiene en sus momentos más felices también de la exuberante "Sangen om den Eldröba Blonman", que habría firmado sin dudarlo un segundo el mejor Lubitsch -, Dreyer aplica a una sencilla historia de amor entre granjeros toda la sabiduría acumulada en más de un lustro de trabajo.No era sólo una cuestión de suprimir intertítulos o pulir la exageración interpretativa heredada del teatro. Si algo debemos haber aprendido de un número significativo de grandes obras de esa década prodigiosa, es que la nueva arquitectura, la ordenación espacial y todos los avances técnicos en movilidad e iluminación, se pusieron a disposición no de grandes gestas y personajes relevantes, sino de historias sumamente esenciales, donde llegarían a no importar ni los antecedentes ni siquiera los nombres de los protagonistas, insignificantes si se quiere, puede que hasta anónimos ("Sunrise" y "Der letzte mann", "The cameraman" y otros Keaton, "La petite marchande d'allumettes", "Tretíia mechanskaia", el "Erotikon" de Machatý, The salvation hunters" y "The docks of New York", "Lonesome", "Límite", "Miss Lulu Bett", los grandes Flaherty, docenas de Chaplin y Griffith, "Scherben", "Four sons", "The wind", "The river" y casi todo Borzage, "The crowd"...) tampoco gran cosa el reflejo social de sus acciones ni el momento histórico o político en que se desarrollaban, ya que por encima de todo, uno de los objetivos máximos que alguna vez tuvo el cine fue el de impresionar lo más verdaderamente posible gestos, conductas, el pensamiento mismo.Quedan en la retina los travellings, las grúas, los saltos de eje, los decorados con tal profundidad de campo que a lo lejos contenían miniaturas, etc. y nada llamativo parece haber de todo eso en "Glomdalsbruden", que sin embargo accede a los mismos resultados discretamente, en la tradición escandinava, seul le cinema, como se llamaba aquel episodio de las "Histoire(s)..." godardianas en que aparecía el film.
Se están cumpliendo ya los centenarios de las primeras obras totales que dio el cine.
Ya pasó sin la menor repercusión el de "Le Palais des Mille et une Nuits", el año pasado fue el de "The unchanging sea" y ya se acercan los de "Ingeborg Holm", "Fantômas" o "Det hemmelighedsfulde X".
Estaría bien que fuesen recordadas, pero sería más valioso que quienes las vean ahora las sientan más vivas que nunca.