Nuevos moluscos ejemplares. Venus Ortega
Venus Ortega constituye uno de los más significativos ejemplos de transexualidad responsable y comprometida con su entorno.Nacida hermafrodita y destinada desde la cuna a autosatisfacerse, tanto en las funciones puramente venéreas como en las reproductivas, percibe desde la infancia un desajuste orgánico y psíquico de enormes proporciones.Molusco marino de concha libre, regular y equivalva, goza de las primera humedades en el Océano Pacífico junto a las costas de Papuasia y en las proximidades de Port Moresby.Venus Ortega fue el cuadragésimo tercer retoño de una distinguida familia de conchíferos dimiarios y estuvo considerada como una de las más hermosas conchas bivalvas habidas en un feliz matrimonio de Tubícolas Mitropanúcidos constituido por Tareto Ortega Tubotestáceo y Teredina Personata, descendiente de famosos fósiles europeos.Tuvo la fortuna de poseer desde muy temprana edad, tres dientes cardinales muy juntos en cada valva además de un manto abierto por delante dejando espacio a dos hermosos sifones extensibles. Esto unido a una notable afición por la literatura en general y el ensayo filosófico en particular, hizo de ella un ejemplar único en su especie. Pero andando el tiempo estas notables cualidades no iban a impedir la aparición de un terrible desarreglo hormonal que marcaría su existencia de manera indeleble.Al poco tiempo de terminar sus estudios de grado medio en el arrecife de Vanuatu, Venus Ortega experimenta unas inconfesables pulsiones sexuales que aparecen inesperadamente en forma de deseos hacia un joven compañero de curso, Bucarda Soleniforme, un líder de opinión muy respetado y activo como delegado de curso en los medios escolares. Educada en la estricta obediencia hermafrodita y salmácida, Venus Ortega es incapaz de comprender la etiología de de estos perversos deseos y sufre en silencio, obligada a ocultar sus infames apetitos.Los ardores sobrevenidos pese a sus esfuerzos por ocultarlos, persisten y la picazón sexual se hace insoportable. Decide entonces enmascarar su situación observando una conducta irreprochable pero no puede evitar los efectos sicosomáticos de la represión que propicia un inquietante abultamiento en el borde interno de sus valvas y perjudica a ojos vistas la elasticidad propia del ligamento exterior que cubre el escudo.Tras varios meses de sufrimiento, Venus Ortega se decide a abandonar las arenas familiares arriesgándose a los peligros de una azarosa existencia lejos del arrecife.Una templada noche de verano, tras la marea baja e instalada provisionalmente junto a la isla de Nukualofa, Venus Ortega que ha empezado a beber de manera compulsiva, se encuentra en un estado alterado de conciencia cuando percibe junto a ella a una citerea de concha equivalva. El molusco, que trata de resultar amable iniciando una conversación banal, se presenta como Citerea Meretrix perteneciente a la primera división del primer grupo. Dice en tono amistoso, provenir del Océano Índico y encontrarse en Nukualofa disfrutando de unas cortas vacaciones que han constituido el premio de un concurso radiofónico. La conversación transcurre pausadamente y en tono de gran cordialidad pero Venus Ortega, cuyas facultades cognitivas se encuentran sensiblemente mermadas por la melopea, anda haciendo eses entre las anémonas._¡No soy hermafrodita!, confiesa repentinamente en un arrebato de sinceridad mientras expulsa por los sifones un potente chorro de agua turbia.Ante esta inesperada declaración, Citerea Meretrix decide explayarse a su vez explicando con naturalidad sus propias tendencias bisexuales. Ya sin frenillo, las dos amigas encuentran en la mutua confesión de sus desdichas, un alivio al sufrimiento que origina la ocultación de los deseos._Me siento como un gusano, explica Venus Ortega, un gusano rígido, filiforme y desnudo.Nuestro molusco relata, ya sin pudor, cómo desde siempre ha sentido la necesidad de manifestar libremente sus inclinaciones sensuales que se corresponden con las de un gusano rígido, filiforme y desnudo y concretamente con las de un estronglo cuyas apetencias vienen condicionadas por su hábitat que es el del intestino grueso de los hombres, las mujeres y el de algunos caballos de raza árabe. Confiesa que su tragedia es la de sentirse como un gusano sexuado atrapado en el cuerpo de un molusco hermafrodita al que odia desde ninfa._¡Tengo que operarme, no puedo seguir viviendo así!La confidencia quirúrgica hace mella en Citerea Meretrix que , asustada y sorprendida, no sabe qué responder._¡Quiero una bolsa foliácea! ,sigue gritando Venus Ortega, ¡Si puede ser, oblicua, y una boca vellosa y un bálano como los cuculanos!_Eso es muy caro, objeta Citerea Meretrix, y hoy por hoy es imposible operarte en el arrecife._Sé de un cirujano en Samoa, insiste Venus Ortega, me han dicho que hace milagros en esta clase de intervenciones-_El milagro sería que pudieras llegar a Samoa en esta época del año tal y como está la Corriente del Golfo, ironiza Citerea Meretrix, yo tuve un cliente en la playa de Avarúa dispuesto a operarse la trompa pues realmente la tenía muy pequeña. Fue una carnicería y estuvo más de un año sin poder hacer nada, ya me entiendes, no te lo aconsejo._¿Un cliente?, pregunta sorprendida Venus Ortega._Sí, claro, uno de los más asiduos. Viene a verme dos veces por semana._Pero tú ¿qué vendes?, pregunta ingenua Venus Ortega._Vendo mi cuerpo, naturalmente, contesta Citerea Meretrix mientras estira perezosamente sus valva derecha.La inesperada revelación estalla con violencia ante el asombro de Venus Ortega que no da crédito a sus sifones._Las citereas estamos desde ninfas, entregadas al comercio carnal y en mi caso, como Citerea Meretrix, con mayor dedicación, es nuestro carácter y no hay nada de qué asombrarse.Citerea Meretrix enumera a continuación las más significadas variedades de su especie que como tales son conchas marinas sólidas, generalmente muy bellas y de diversos colores : Citerea de los juegos, Citerea cortesana, Citerea impúdica, ella misma como Meretrix, paradigma de la especie y siendo las más cotizadas entre la clientela de la Melanesia, Citerea jovencilla, la veneciana, la impar llamada así por su excepcional belleza, la competidora que conoce las más refinadas técnicas amatorias, o Citerea casta que añade un especial interés por sus deliciosos remilgos._Pero yo no quiero ser puta, se lamenta Venus Ortega recuperada ya de la trompa, yo solo quiero cambiar de sexo._Pues lo tienes difícil porque el viaje hasta Samoa, el quirófano, anestesista y cirujano te cuestan un ojo de la valva y desde luego todo eso no te lo cubre el seguro. Y luego, allí tienes que vivir de algo porque claro, como hermafrodita tú te lo guisas y tú te lo comes pero ya con un solo sexo la cosa se complica.Por primera vez Venus Ortega se enfrenta a la cruda realidad. Se trata entonces de romper con todo el pasado y empezar una nueva vida llena de riesgos e incertidumbres, lejos del arrecife el mundo es cruel y exige un alto precio por la supervivencia.Sin embargo, la fortuna habría de acudir a favor de este molusco brindándole una oportunidad de las que no se presentan con frecuencia.Venus Ortega se había enterrado en la arena tras el doloroso enfrentamiento con la realidad y absorbía y expulsaba el agua a través de ambos sifones procurándose algún alimento en forma de residuos sólidos marinos y microorganismos baratos, cuando una fuerza portentosa de origen desconocido la arrancó violentamente de su quehacer polífago. En un abrir y cerrar de valvas se sintió alzada del lecho arenoso por lo que, más tarde comprendió, eran las callosas manos de un aborigen papú, buscador ocasional de almejas. Sorprendido por la belleza del molusco, el pescador Taaroa Pomaré, que tal era su nombre, se maravillaba con las iridiscentes tonalidades que la concha de Venus Ortega exhibía recién salida del mar y expuesta a la brillante luz del trópico.No era la primera vez que Venus Ortega entraba en contacto con la raza humana pues a través de algunas prácticas escolares en Vanuatu, había sido instruida en la forma idónea de comportarse con los individuos de esta especie. No es infrecuente por otra parte, que los indígenas de Papuasia y Nueva Guinea cambien impresiones con los moluscos, con carácter selectivo desde luego, pues con la práctica cotidiana conocen las especies más adecuadas para la conversación con lo que, gracias a su previa experiencia escolar, nuestro molusco pudo evitar caer en la bolsa de malla que Taaroa Pomaré se ajustaba a la cintura con objeto de almacenar mariscos y crustáceos. Tras las presentaciones de rigor y con la ventaja de haber seducido al aborigen con la iridiscente belleza de su concha, Venus Ortega explicó sin rodeos las dificultades por las que estaba atravesando justo en el momento de ser sorprendida bajo la arena. Glosó de forma clara y sin excesivo énfasis lo doloroso que resulta vivir con una sexualidad trastocada y a merced siempre de unas pulsiones que no se ajustan a lo establecido. Taaroa Pomaré escuchaba con atención las razones del molusco mostrando una generosa comprensión pues se trataba de un espíritu abierto y tolerante.Dijo entonces el aborigen:_Te tuunui eeaeite Atua ,quien es grande o de mucho valor, se sustenta en el espíritu de Dios.Con esta sentencia Taaroa Pomaré exhortaba a Venus Ortega a confiar en el Paráclito, el cual proveería lo necesario y lo más conveniente en tan difíciles circunstancias. Dotado, además, de un talante ecléctico, el pescador papú indicó a continuación que existía otra posible vía para abordar el problema de Venus Ortega caso de que ella por sus particulares creencias, no estuviera decidida a confiar en la Providencia Divina.En primer lugar habrían de dirigirse ambos, molusco y papú, hasta el marae, que es un templo al aire libre constituido por un montículo rodeado por una empalizada en cuya cima se encuentra un altar formado por varias piedras planas superpuestas hasta alcanzar una altura que varía entre los dos y los quince metros, según la importancia de la deidad a quien esté dedicado.Ante el altar se encuentra el fatarau que es una especie de plataforma donde se depositan las ofrendas.Allí es donde el papú se ofrecía a depositar a Venus Ortega garantizando que, al poco tiempo, sería recogida por un orepos, sacerdote que la llevaría hasta Samoa que es el lugar habitual a donde viajan estos ministros del culto cada fin de semana. Allí organizan la verbena que tiene lugar en el hotel Para Maru donde se hospedan los turistas holandeses. Desde el hotel las posibilidades de viajar a Nueva Zelanda eran muy grandes y una vez en Wellington, podría embarcar en el clíper que la llevaría directamente a Rótterdam en menos de quince días._¿Y qué hago yo en Rótterdam?, objetó Venus Ortega un tanto aturdida._Un molusco en Holanda puede cambiar de sexo cuantas veces desee y a expensas de la Seguridad Social, explicó el papú, y lo que es más interesante todavía, puede usted contraer matrimonio cristiano con una concha vermicularia o bien con un gusano equinorrinco, aunque éste estuviera divorciado. Son especies protegidas en aquel país, subvencionadas y con acceso a una vivienda en régimen de alquiler con opción a compra, aquello es otro mundo, están mucho más avanzados en todos los Órdenes de la Naturaleza.Fue dicho y hecho, de esta manera y en aquella radiante mañana del trópico, Venus Ortega emprendió un largo viaje hacia la libertad.Hoy día nuestro molusco vive en La Haya con otro sexo, el masculino, y con otro nombre, Mauritius Mesdag- Van Houten. Regenta junto a su marido Josef Israëls, un joven tritón moteado de negro, un museo único en Holanda, el Museo Biológico Marino que expone numerosas especies oceánicas procedentes de los siete mares. Veinticinco mil clases de conchas, corales, cangrejos de alta y de baja mar, estrellas igualmente de mar, etc. Composiciones de algas, acuario marino, biblioteca, tienda de souvenirs y centro de documentación. Abierto de lunes a sábado de 10 a 14 horas, domingos de 13 a 17 horas. Precio de entrada: niños 3 euros, adultos 6 euros. Precios especiales para grupos. Dr. Lely Kade 39, Sveningen.Laus Deo.http://wwwlaotrahabitacion.tumblr.com/