Renovación de partidos: La nueva emboscada
Los partidos de la MUD aún no se recuperan de los coletazos del falso diálogo iniciado por el régimen; y, sin pensarlo dos veces, ya se alistan para ir mansamente a otra emboscada. Esta vez, es la renovación de sus nóminas ante el CNE. Puede ser ingenuidad o pragmatismo, pero, en cualquier caso, así como lo fue con el episodio del diálogo, es un dramático error.
El problema con el diálogo no es el diálogo en sí mismo, el cual no se puede descartar como una opción en un conflicto como el que vive Venezuela. El problema estuvo en la forma como la MUD y algunos partidos, individualmente, lo asumieron. El error estuvo en ir a un diálogo sin tener claridad de lo que se quería y, además, aceptar sin condiciones las premisas falsas que presentó el gobierno, las cuales se convirtieron en una estratagema para legitimarlo con la anuencia de la oposición. La MUD trató de impulsar el Referéndum Revocatorio en el 2016. Pero ir sin condiciones y sin estrategia a la emboscada del diálogo le costó una importante derrota política que tampoco fue asumida con responsabilidad ante el país. Por el contrario —“a la calladita y por la puerta de atrás”— sacaron a Chúo Torrealba de la Secretaría Ejecutiva, como si este no hubiese sido solamente el ejecutor de decisiones tomadas por los partidos. De esta forma, quedaron intactas contradicciones latentes entre los partidos de la alianza electoral en torno a la definición de estrategias frente al régimen.La emboscada del diálogo le dio sus frutos al gobierno. Contra todos los pronósticos, logró al mismo tiempo dividir y desacreditar a la oposición. Los cambios cosméticos y de forma en la vocería ejecutiva de la MUD solo confirmarían implícitamente una derrota que hasta ahora, como todas las demás, permanece huérfana.Pero el gobierno envalentonado por lo que interpreta como tempranas victorias, parece resuelto a no darle tregua a una oposición política confundida y vapuleada. Moviendo sin disimulo a sus operadoras en el CNE, lanza una nueva ofensiva con el proceso de renovación de las nóminas de los partidos. Se trata de un proceso plagado de irregularidades y artimañas técnicas, camufladas de requisitos para —ultimadamente— consolidar el propósito de dividir a la oposición e ilegalizar a la mayoría de los partidos.TwittearEnviar este artículo a tus seguidores