La nuevas Cruzadas

Publicado el 18 julio 2011 por Romanas


                                                                     Max Weber
Esta mañana, apenas me he despertado, me ha venido a la cabeza una vieja palabra: cruzadas. Y, a su amparo, me han llegado  los recuerdos de Corea y Vietnam, pero también los actuales de Irak, Afganistán, Egipto, Yemen, Libia y Siria.¿Es una coincidencia? Todos estos países, bajo regímenes políticos distintos, tienen un fondo común, su concepto religioso de la vida es distinto al nuestro.¿Es eso lo que ha motivado sus respectivas invasiones? Y me adelanto a las protestas: "Ojo, que a Egipto, Yemen, Libia y Siria no se las ha invadido". ¿No?Hay muchas formas de invasión y desde Lampedusa, al que no me cansaré nunca de citar, la táctica invasora ¿o invasiva? de Occidente ha cambiado mucho ya que se trata, ante todo, de que no se note, de que no sea demasiado evidente que tras esos inocentes juegos de guerra modernos, se halla nuestra puñetera civilización, que, por favor, no tratemos de ocultarlo, se basa en un concepto de la vida cristiano, por oposición a islamista.Y un puñetero materialista, olvidándose muy oportunamente de Marx, me dirá también: "coño, pero a quien se le ocurre ahora hablar de religión cuando de lo que se trata es de economía, coño, otra vez, es la maldita economía, estúpìdo".Y yo, quizá, trate de defender mi postura, recurriendo al maestro  Weber, que nos enseñó que, tras las distintas aventuras políticoeconomicas de los anglosajones y de los latinos, estaban sus respectivas religiones, la protestante y la católica, para fundamentar sus distintas evoluciones históricas.O sea que los más sabios que en el mundo han sido nos dicen que "ojo, religión y economía no sólo han estado sino que estarán siempre indisolublemente imbricadas en el fondo de las motivaciones de las grandes revoluciones históricas". Y una de ellas, por ahora, la última, es este feroz viento huracanado y revolucionario que asola el mundo y que, qué casualidad, resulta que sopla más donde más interesa a los Usa que sople.Y no nos olvidemos tampoco de que ese hombre genial, que puso en marcha la penúltima revolución conservadora con la ayuda poderosísima de las mejores armas de destrucción masiva, escribo  del 2º de los Bush, hablaba continuamente de que lo suyo era una misión divina, y no digamos nada de su acólito predilecto, Aznar, está completamente convencido de que lo suyo es consecuencia de un mandamiento que se basa en el Camino de monseñor Escrivá y en esa feroz secta cristiana los legionarios de Cristo que, con tanta fe, profesa su mujer y ya se sabe que dos, si duermen sobre el mismo colchón, acaban siendo de la misma opinión, sin que sea necesario recurrir a aquellos extraños compañeros de cama de los que nos hablaba el inefable Fraga, que también tiene mucho que decir al respecto.El caso es que la religión nadie ha dicho todavía que sea el auténtico motivo de estas última invasiones que esa marioneta trágica de la Onu, como es lógico, se ha ocupado de bendecir vergonzantemente.Pero haberlas, haylas. Si no a las claras, si en el fondo. Porque, para mí, que, qué le voy a hacer, si además de haber nacido en el Mediterráneo, soy marxista, todo esto que reluce bajo el sol, no es más que una puñetera superestructura económica y la economía, como nos enseñó, ya lo he dicho, el maestro Weber, se halla poderosamente influenciada por la religión, que no es sino una peculiarísima manera de concebir el mundo y la vida, de modo que, al fin, además del oro negro, en el fondo de todas estas luchas que nos asolan, se halla también una diferente concepción de la vida y, no lo olvidemos, también de la muerte, porque muertes, además de petroleo,  hay por esos desdichados países que parecen dejados de la mano de  sus dioses, llámense Alá o Jesucristo, hay a montones.