En nuestra sociedad actual la obesidad infantil se ha convertido en un verdadero problema, los malos hábitos alimentarios y una vida cada vez más sedentaria han propiciado que los niños obsesos sean cada vez más, y esto tiene graves consecuencias. La obesidad en etapas adultas de la vida conlleva complicaciones cardíacas, de las articulaciones o enfermedades como la diabetes.
Todo ello hace que la calidad de vida de las personas obesas disminuya, pero si esto lo aplicamos a la población infantil el problema es más grave ya que estamos creando una generación de adultos que van a arrastrar desde la infancia todas estas enfermedades que en principio nada tendrían que ver con ellos.
Relación entre diabetes y obesidad infantil
La diabetes de tipo II va ligada directamente al sedentarismo y al exceso de peso, el cuerpo acumula altos niveles de glucosa en sangre debido a que el organismo no utiliza correctamente la insulina, necesaria para llevar el azúcar de la sangre hasta las células donde se transforma en energía.
La diabetes de este tipo se desarrolla lentamente con el tiempo y aunque también la pueden padecer personas delgadas, es muy probable que se de en aquellas obesas ya que el exceso de grasa dificulta al cuerpo utilizar la insulina de forma correcta.
Debido a que su aparición es lenta puede que tardemos un tiempo en detectar que nuestro hijo padece diabetes, algunas de las señales claras son fatiga, aumento de la sed, aumento de la micción, infecciones en la vejiga o el riñón, visión borrosa o dolor en pies y manos. La prevención será necesaria para detectar un problema de diabetes, para ello y si nuestro hijo presenta exceso de peso, lo mejor será adelantarse y realizar pruebas diagnósticas como la prueba de tolerancia a la glucosa oral y el nivel de glucemia en ayunas. Estas pruebas se recomiendan para niños mayores de 10 años que presenten un caso de obesidad y además tengan otros factores de riesgo como puede ser la predisposición genética.
El tratamiento de la diabetes infantil es distinto al de la diabetes en adultos
En el caso de detectarse que el niño es diabético la forma de actuar variará un tanto respecto a los adultos, los niños están en crecimiento por lo que no se puede aplicar una restrictiva dieta, se tratará más bien de modificar sus hábitos alimenticios buscando el aporte que necesitan para su desarrollo y evitando aquello que pueda hacer que acumulen más grasas. Junto a la dieta adecuada es imprescindible la realización de ejercicio físico, debemos buscar aquello que más agrade a nuestros hijos y si es necesario implicarnos con él en la actividad, por ejemplo saliendo a correr o yendo en bicicleta.
Hay casos en los que puede que con estas medidas no sea necesario y haya que aplicar algún tratamiento médico con el fin de evitar que los niveles de azúcar se disparen y puedan provocar alguna crisis. Los medicamentos van orientados a ayudar a la insulina a trabajar mejor, esta puede proveerse de diversas formas aunque las inyecciones son lo más habitual, con ellas se consigue tener los niveles de azúcar bajo control. Pero para evitar llegar a estos extremos lo mejor va a ser vigilar el peso del niño y anticiparse a la enfermedad con medidas preventivas.