La obesidad: una explicación alternativa

Por Somospsico

No cabe duda de que la obesidad es uno de los problemas de salud más graves a los que se enfrentará la sociedad occidental en los próximos años. Sin embargo, conocer las razones de por qué hay tantos millones de obesos quizá no resulte tan sencillo.

Si nos quedamos con lo simple, podríamos deducir que el problema de la obesidad se debe a que muchas personas ingieren más calorías de las que queman a lo largo del día. A esto contribuye el ritmo frenético de vida que llevamos, en el cual no tenemos tiempo (ni ganas) de cocinar platos sanos, y apenas nos sentimos con fuerzas para hacer algo de ejercicio.

Pero si vamos un poco mas allá, y sin desmerecer el motivo que acabamos de plantear, también hay otras muchas causas que explican el por qué los humanos recurrimos a consumir más alimentos de la cuenta, sobre todo aquellos ricos en grasas y los muy suculentos.

Desde Somospsico, y sin que sea interpretado como una teoría científica irrefutable, queremos romper una lanza a favor de la importancia que muchos factores psicológicos juegan en la sobrealimentación.

Al analizar detenidamente la razón por la que a todos nos gusta comer, encontraremos que, además de para cubrir una necesidad fisiológica, lo hacemos porque muchos alimentos resultan enormemente apetecibles y deliciosos. Así, reconocemos que ya no comemos por necesidad, sino por puro placer, algo que es totalmente comprensible y respetable.

Si conectamos esta idea con la esencia de muchos trastornos depresivos y ansiosos, obtenemos datos interesantes. A las personas que los sufren les cuesta beneficiarse de las cosas que antes sí les resultaban atractivas, perciben como ciertas parcelas de su vida (tales como las relaciones sociales) ya han dejado de “llenarles” y algunos llegan a perder un poco el control sobre sus impulsos.

Como podemos ver, quizá no sólo comamos mal por las prisas, sino para llenar ese vacío emocional que se nos ha formado. La clave está en la gratificación inmediata que supone la comida, la cual podemos disfrutar aquí y ahora, sin aparentes perjuicios a corto plazo.

Por eso, pensamos que este trastorno de la alimentación no debería tratarse exclusivamente con estrictas dietas que restrinjan la ingesta, sino dotando a los factores psicológicos de la importancia que merecen y desarrollando los tratamientos convenientes en cada caso.