Creíamos que sólo los alcohólicos sufrían de cirrosis, y sin embargo, recientes estudios médicos han llegado a la conclusión de que existen otros factores que provocan la misma enfermedad. Estos factores tan comunes y extendidos como la obesidad y el sobrepeso está provocando que, cada vez más personas, terminen con el hígado hecho añicos. Ahora más que nunca, con estos datos, cabe afirmar que la alerta sanitaria que se está lanzando para hacernos entender la importancia de aprender a comer bien y, sobre todo, evitar que los niños sigan patrones alimenticios inadecuados. El hígado graso no es ninguna tontería.
La obesidad y el sobrepeso provocan unos daños en el hígado similares a los que produce un consumo excesivo de alcohol, y que puede desembocar en cirrosis, pese a que el paciente sea abstemio, según pone de manifiesto un estudio realizado por el Instituto de Investigación Primaria Jordi Gol.
Adicionalmente, los investigadores han constatado que esta enfermedad no afecta solo a personas adultas, sino que puede producirse a cualquier edad, lo que “seguramente es debido al aumento de la obesidad en las sociedades occidentales”
Fuente: Europapress
Quienes hemos vivido la dramática experiencia de ver apagarse a un familiar a causa de una cirrosis, sabemos que esta, y los trastornos adyacentes que la misma provoca, es una de las enfermedades más crueles que puede afectar a una persona, además de fulminante en ciertos casos. Cuando una cirrosis está compensada, es posible sobrevivir siempre siguiendo unas pautas, pero un descuido en nuestra dieta o en nuestro estilo de vida, puede provocar que el hígado explote, o se queme. La reacción en cadena es inmediata, y es que fallando el hígado, el resto de órganos no son capaces de funcionar por sí solos.
Podemos pensar que está de moda cuidarse, y que es cosa de viejos mirar con malos ojos la dieta que llevamos las nuevas generaciones. Confundimos que regalo de nuestro cariño hacia los niños permitiéndoles comer lo que quieran, y llevándoles a las hamburgueserías varias veces en semana, con lo que en realidad no es sino una irresponsabilidad grande. Las cifras no engañan, cada vez más niños presentan enfermedades de personas adultas, y lo hacen porque su organismo está deteriorado por los malos hábitos.
La comida basura no es un mito, es una realidad, que está ahí y que altera nuestro metabolismo saturando nuestros órganos de grasas y azúcares que no hay filtro humano posible de hacerle frente. Hay quienes centran su dieta diaria en patatas fritas, hamburguesas, o chuletas. Niños y jóvenes que jamás comen una verdura, que de ninguna manera comerían una fruta, y que ni contemplan la posibilidad de beber un vaso de agua. Todos ellos son futuros enfermos que están maltratando a su hígado.
Una dieta de fritos, carne grasa y refrescos no hay cuerpo que lo aguante, por bueno que esté. Para todo hay tiempo. Y los placeres se pagan caro. No hace falta de eliminarse los complejos de gordo o de tener michelines, pues los michelines más peligrosos permanecen ocultos, hasta que el hígado estalla.
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