Imagínate que al final, aunque no del todo convencida, te decides a apostar por ella. Te quedas embarazada. Y todo, desde un primer momento, lo empiezas a vivir como algo raro. Tienes a tu hijo, que se llamará Kevin. Y te das cuenta de que alguna cosa no va bien. Van pasando los años y cada vez lo tienes más claro. Y un día, cuando tu hijo es ya un adolescente, lleva a cabo en su instituto una matanza que no tiene nada que envidiar a la de Columbine.
¿Cómo explicar lo sucedido? ¿Cómo no autoanalizar el papel que se ha llevado a cabo como madre tratando de dilucidar algún tipo de responsabilidad, sino TODA la responsabilidad?¿Es que nunca he amado a mi hijo?
Tenemos que hablar de Kevin, de Lionel Shriver, es esta historia. La de una mujer que trata de integrar en su rol de madre la indigesta percepción de que su hijo parece ser la encarnación del mal en el mundo desde que estaba en la cuna. La de una mujer que tampoco estaba demasiado convencida de si quería ser madre y arrastra una gran culpa por ello.
Tenemos que hablar de Kevin es una novela epistolar unidireccional. Al principio no entendemos la decisión de utilizar esta técnica, aunque al final del libro queda resuelto. Más allá de requerimientos argumentales... Hay preguntas que no tienen respuesta. Las cartas que escribe Eva, se asemejan mucho a las sesiones con un psicoterapeuta. Desde el principio podemos intuir con facilidad que en el fondo se las está escribiendo a sí misma.
Una novela controvertida en la que la autora trata un tema de calado político y existencial. Desde luego no deja indiferente y además, a pesar de los temas que trata, tiene el gran mérito de ser muy divertida.