La obsolescencia de la prohibición

Por David Porcel
En una entrada anterior comentábamos que la instauración del reino del deber ser responde al afán de ser más. Una ley, por definición, crea dos mundos antes inexistentes: el de lo permitido y el de lo prohibido. Para hacer más cosas, hay que prohibir. El Genésis revela que la humanidad comienza ya en el momento de la prohibición, y no en el de la transgresión, como habitualmente se dice. Es decir, en el momento que se prohíbe tomar el fruto del Árbol del conocimiento del bien y del mal ya se da por supuesto el conocimiento (humano) de lo que debe y no debe hacerse. Han sido muchos y variados los agentes legitimados para llevar a cabo el acto de prohibir. De hecho, el sistema político institucional, organizado a partir de una serie de prácticas, creencias y sentidos, se basa, en última instancia, en la legitimidad de las instituciones para prohibir y permitir. La desacralización del mundo supuso, precisamente, una traslación de la legitimidad de lo sagrado a lo profano.
Sin embargo, el acto de prohibir es solo una manera de instaurar un nuevo orden moral. Hay otras muchas maneras de poder avanzar. Y quizá, a la luz de la degeneración que hoy está sufriendo la idea de autoridad, bien en forma de violencia, de corrupción o de autoritarismos políticos de toda índole, habría que comenzar a plantear otra manera de conducir nuestra sociedad. La prohibición tiene sentido, en efecto, si primero se reconoce a la autoridad como agente legitimador para el ejercicio del poder. Pero, desde la base social hasta las altas esferas de poder, por embotamiento de la sensibilidad moral o por falta de credibilidad del agente moral, estamos asistiendo a una fosilización de los mandamientos y principios autoritarios fundamentales. El reino del deber ser está cediendo su lugar al reino del poder ser: se acaba haciendo lo que se puede hacer. Por ello, la obsolescencia de la prohibición y la "muerte creciente de la autoridad" exigen, quizá, un nuevo salto fundacional, generador de nuevas prácticas morales y formas de hacer política.