Barba Azul es un personaje literario del cuentista Charles Perrault, cuya historia está basada en la de el malvado personaje histórico Gilles de Rais y en el rey Enrique VIII. En el cuento, la octava esposa de un terrible personaje descubre que el protagonista guarda los cadáveres de sus predecesoras en una pequeña habitación. Un precedente de los asesinos en serie tan de moda en la actualidad.
La película de Lubitsch tiene el esquema de la típica guerra de sexos, pero en una vertiente tan fina y psicológica que lleva al pobre protagonista al borde de la locura. Michael Brandon (Gary Cooper) es un millonario norteamericano, el típico hombre hecho a sí mismo y autosuficiente que solo tiene una debilidad: es un enamoradizo compulsivo. Siete matrimonios fracasados no le han enseñado nada y, en una delirante escena en unos grandes almacenes, dotada con el famoso toque Lubitsch, conoce a la hija de un decadente aristócrata francés y se enamora perdidamente de ella. Aquí podriamos hablar largo y tendido del ascenso del capitalismo y el declive de la nobleza, pero la película no se detiene en ello. A pesar de su amor, Michael lleva el asunto como si de negocios se tratara, actitud que no convence a su esposa-antagonista (Claudette Colbert), que le va a dar una lección tan cruel como inolvidable.
Aunque no es de las mejores de su director, la película contiene los mejores ingredientes de las screwball comedy, aunque con un ritmo más sosegado respecto a los filmes canónicos del género como "La fiera de mi niña" (Howard Hakws, 1938) o "Historias de Filadelfia" (George Cukor, 1940). No se puede pasar por algo la actuación de Gary Cooper, un actor no especializado en comedia, que es capaz de transmitir perfectamente los valores y contradicciones de su personaje, aunque en todo caso no podemos dejar de fantasear con lo que hubiera hecho Cary Grant con un papel de esta envergadura, que le hubiera venido como anillo al dedo.