La ocupación nazi de Dinamarca

Por Liber

Cuando el 9 de abril de 1940 cruzaron la frontera danesa en Flensburg, las tropas de Hitler atravesaron la que era casi la última frontera no fortificada de Europa e iniciaban la operación de ocupación más rápida de toda la Segunda Guerra Mundial: tardarían seis horas en doblegar a la nación danesa en una exitosa operación de Blitzkrieg. Concluía así con éxito uno de los objetivos de la Operación Weserübung (la invasión nazi de Dinamarca y Noruega). Dinamarca, todavía más que sus vecinos escandinavos, se sentía obligada, en virtud de su posición estratégica y tamaño, a depender más de la buena fe internacional que de su poderío militar para cualquier posible defensa en la Segunda Guerra Mundial. Por desgracia para los daneses, a la luz de los acontecimientos, la buena fe alemana brilló por su ausencia.

Nación de menos de 4 millones de habitantes, cuya única frontera terrestre era con el Tercer Reich , era plenamente sabedora de que no podría oponer resistencia ante una invasión: incluso sus apresurados intentos de dotarse de defensas aéreas eran más bien un gesto de pretensión de mantener la independencia que una garantía defensiva real ante una invasión nazi.

Como había dicho el jefe del Gobierno danés en su discurso de Año Nuevo, el pueblo de Dinamarca solo tenía un camino que seguir, el de la neutralidad, y el de confiar en el valor de las promesas y de los acuerdos firmados.

El principal de esos acuerdos era un pacto de no agresión con la Alemania nazi. En abril de 1939, como resultado del mensaje del presidente americano Roosevelt pidiendo garantías de paz, Adolf Hitler convocó a los vecinos pequeños de Alemania para preguntarles si se sentían amenazados y les ofreció firmar tratados que supuestamente eliminarían cualquier recelo que albergasen.

Ni Suecia, ni Noruega aceptaron la oferta del Führer, en vista de los ejemplos que ya habían dejado claro lo peligroso que era aceptar cualquier garantía alemana. Dinamarca, por su parte, juzgó que de ninguna manera podía arriesgarse a ofender a su despótico vecino y el 31 de mayo de 1939 firmó un tratado por medio del cual ambas naciones prometían no recurrir en ninguna circunstancia a la guerra ni a ninguna otra clase de violencia entre sí.

Aunque esta garantía era bastante débil, a la luz de los antecedentes del Tercer Reich, con todo, era la única que Dinamarca tenía. La nación danesa no contaba con alianza alguna ni había recibido garantías de otras naciones. Al igual que los restantes países neutrales occidentales, durante años había depositado sus esperanzas en la Sociedad de Naciones y en la perspectiva de un desarme general. Cuando todo eso se fue a pique, solamente le quedó la esperanza de que, en caso de estallar un nuevo conflicto, mantener una impecable neutralidad evitaría poner en peligro su soberanía e integridad territorial.

Dinamarca estaba en la antesala de la Segunda Guerra Mundial ligada con unos no muy sólidos lazos de cooperación económica y política al conocido como Grupo de Oslo, es decir, a las naciones escandinavas y a los Países Bajos; pero lo cierto es que todos los miembros del grupo habían evitado la idea de formar una alianza militar.

La fuerza militar que Dinamarca podría oponer a una invasión alemana era nimia. En teoría, podría disponer de cerca de 150.000 hombres en pie de guerra, pero la mayoría de ellos contaban con un entrenamiento militar deficiente y los efectivos disponibles en la práctica no superaban los 11.000 hombres. Por consiguiente, era difícil pensar en una Dinamarca victoriosa ante Hitler. Cuando los nazis se lanzaron al asalto de Dinamarca el 9 de abril de 1940 por mar, por tierra y por aire, apenas la guardia real de Copenhague logró ofrecer una breve resistencia, que fue velozmente derrotada.

Adolf Hitler había justificado su ocupación de Dinamarca alegando que no eran conquistadores, sino protectores. En una nota el Tercer Reich alegó que las medidas aliadas de bloqueo constituían un golpe destructor en la concepción de la neutralidad. La Alemania nazi alegaba disponer de pruebas de que Francia e Inglaterra estaban planeando la invasión de los países nórdicos y estaba claro que ante esos países, Dinamarca no podría ofrecer una resistencia real. Alemania intervenía por tanto con el objetivo de proteger la paz del Norte contra todo ataque inglés y francés. A la luz de ese supuesto altruismo sin excepción, el Tercer Reich esperaba que los países en cuestión comprendiesen sus motivos y no ofreciesen oposición. Hitler advirtió de que toda resistencia tendría que ser y sería quebrada por todos los medios disponibles al alcance de las fuerzas armadas alemanas, lo que llevaría a un inútil derramamiento de sangre.

A la luz de los hechos, a Dinamarca no le quedaba más opción que ceder a la ocupación alemana. Después de reunir a su gabinete, el rey Cristián X hizo pública una proclamación, firmada también por el primer ministro, a penas seis horas después de la invasión, mediante la cual el país aceptaba el nuevo statu quo. Se le pedía la población evitar cualquier resistencia con el fin de salvar al país de los desastres de la Segunda Guerra Mundial.

Si bien el trato recibido por los daneses fue mucho mejor que el dado por los nazis a otras naciones ocupadas, a partir de 1943, los nazis empezaron a mostrar mano dura debido al surgimiento de movimientos clandestinos de resistencia. Ahora bien, hasta 1945 trataron de ganarse la simpatía del pueblo danés (con mayor o menor éxito) a la causa nazi, en base a la ideología de la superioridad nórdica sostenida por la Alemania nazi (haz clic aquí si deseas leer nuestro artículo sobre nazismo y raza).