El 24 de septiembre la columna de Yagüe había pasado Torrijos y tomado Barcience y Rielves, a unos 20 km. al noroeste de Toledo.
El ataque sobre Toledo, dirigido por el propio general Varela, hacía necesario con-trolar el vado del río Guadarrama, lo que se consiguió el día 26 de septiembre sin demasiados problemas para el ejército expedicionario.
Tropas conjuntas de legionarios y regulares lograron adentrarse hasta Bargas y Olías del Rey, en una acción que les permitió controlar la carretera de Madrid y cortar esta línea de comunicación estratégica para las tropas republicanas que combatían en la capital.
Poco antes del inicio de la ofensiva el general Franco había urgido a Varela acelerar la operación sobre Toledo y liberar el Alcázar, donde el coronel Moscardó y sus defensores se encontraban en una situación crítica, acuciados por el hambre y los sucesivos asaltos de las tropas gubernamentales y milicias.
Mientras tanto, logrado el primer objetivo de atravesar el Guadarrama hasta Bargas, las tropas de Varela consiguieron unirse con los legionarios y regulares del comandante Barrón en las lomas del cementerio, al norte de la ciudad.
Desde allí esperaron la ocasión propicia para el definitivo asalto sobre Toledo.
La acción sobre Toledo fue realizada también con éxito por la 2ªAgrupación, a las órdenes del comandante Barrón, com-puesta principalmente por la I Bandera de la Legión ylos Tabores I y II de Melilla.Con todo, la operación de asaltar Toledo no era fácil a priori para el ejército atacante.
En la ciudad y sus alrededores el gobierno republicano había desplegado una gran fuerza bélica de cerca de 13.000 hombres, con refuerzos provenientes de la retirada de Extremadura y tropas de refresco llegadas expresamente desde Madrid.
Asensio dispuso sus tropas en dos columnas: la columna de Campo o Bernal, compuesta por unos 3.000 hombres, la mayoría replegados del frente extremeño, encargada de la defensa de los sectores norte y oeste hasta la localidad de Azucaica, y la columna de Plaza, de unos 4.000 hombres, diseminada a lo largo de toda la ciudad. La manifiesta superioridad numérica gubernamental se equilibró, sin embargo, cuando las co-lumnas de Uribarri y Fernández Navarro (en total unos 6.000 hombres) se retiraron al sur del Tajo nada más comenzar los enfrentamientos.
Ahora, las tropas de Varela se enfrentaban a un enemigo similar en proporción numérica, pero abiertamente inferior en cuanto a su preparación y experiencia en combate.El domingo 27 de septiembre se dio la orden deatacar Toledo. La operación coincidió con el último intento de tomar el Alcázar.
El plan consistía en incendiarla fortaleza mediante el bombeo de 6.000 litros de gasolina. La operación, no obstante, fue desbaratada por una granada lanzada desde el interior de la fortaleza que incendió el combustible y provocó la muerte de los asaltantes. Al mismo tiempo que esto ocurría, desde el norte,avanzaban hacia la ciudad en un esfuerzo conjunto las tropas de Mizzian y Barrón sin encontrar gran resistencia, ya que el enemigo había sido orzado a retirarse ante la posibilidad de quedar copado entre dos fuegos. Mientras las tropas republicanas abandonaron la mayor parte de sus posiciones y dejaron la ciudad a merced del ejército de Varela.
Una parte del I Tabor de Regulares de Tetuán se adentró hacia el interior de la población con orden de contactar con los resistentes del Alcázar,mientras otra compañía ayudaba a los legionarios de la V Bandera del Tercio a vencer la resistencia de un grupo de Guardias de Asalto que se habían hecho fuertes entre los muros del Hospital de Tavera. El mismo día 27 loslegionarios de la V Bandera entraban definitivamente en la ciudad y contactaban con los sitiados del Alcázar.
El día 28 las tropas regulares del II Tabor de Me-lilla rechazaron un contraataque republicano en la zonade la Fábrica de Armas y la I Bandera de la Legión logróacceder a la ciudad por la puerta del Cambrón. Mien-tras tanto, los hombres de las columnas Bernal y Burillose retiraron desordenadamente hacia el sur y el este dela ciudad. A la confusión del momento se unieron el bombardeo de las posiciones por parte de la aviación republicana, que por error batió con fuego amigo a las tropas en retirada, y los lanzamientos de mortero realizados desde el propio Alcázar.
En pleno desorden, un grupo de milicianos quedó aislado entre las ruinas del Seminario conciliar, donde, después de incendiar el edificio, decidieron poner fin a sus vidas. Algunos focos aislados de resistencia se dieron también en la casa delos Hermanos Maristas y otros puntos de la ciudad, pero en general el desconcierto de las tropas republicanas fue total y la retirada sumió a los restos del ejército gubernamental en el caos.
La defensa del Alcázar de Toledo constituye sin duda uno de los episodios más célebres de toda la guerra civil. La conocida como liberación del Alcázar después de másde dos meses de asedio, fue un suceso que conmocionó a la opinión pública mundial y que lógicamente encontró amplio eco en la prensa internacional del momento.
Es in-negable que, en lo estrictamente militar, la toma de Toledo no fue un hecho de armas destacado —al menos no mayor que el resto de la campaña del Tajo—, pero sus connotaciones propagandísticas y de imagen supusieron un importante éxito para la causa de los sublevados. No sólo el Alcázar había sido liberado , sino, lo que es aún más importan-te, la capital histórica del antiguo reino y la sede primada de España —con la clara asociación de trono y altar que ello representa en el ideal de los rebeldes— estaban ahora en manos de los sublevados. Pero dentro del bando nacional .
Aunque esto era obvio, teniendo en cuenta su historial de campaña en Marruecos y su paso como director de la Academia General de Zaragoza (1928-1931) y como jefe del Estado Mayor Central, en 1935, durante el bienio derechista, es evidente que la liberación del Alcázar fue el hecho que terminó por reportarle una aureola de fama internacional que nunca llegaría a ostentar ningún otro de los sublevados
Fuente: http://www.academia.edu/1423981/Arqueologia_de_la_Guerra_Civil_en_Toledo._El_frente_Sur_del_Tajo_y_el_cigarral_de_Menores_un_escenario_de_guerra