«La ola», de Ignacio García May, sobre el experimento de Ron Jones

Publicado el 17 febrero 2015 por Juliobravo

Hoy en día lo sabemos todo, o casi todo, sobre el holocausto nazi y, salvo a los negacionistas, a todos nos espanta y nos repugna lo que allí sucedió, y más cómo pudo llegarse a ello. En 1967, sin embargo -apenas a veinte años del final de la segunda guerra mundial-, sin la globalización ni la información omnipresente, todavía existían muchos rincones oscuros sobre los que arrojar luz en torno a aquellos hechos.
En ese año de 1967, en una clase de historia de un instituto californiano, en el que estudiaban jóvenes de clase acomodada, los alumnos se preguntaban cómo había podido generarse el nazismo en la sociedad alemana y cómo sus habitantes se habían convertido en cómplices, bien a través de la acción o del silencio. El profesor, Ron Jones, llevó a cabo un experimento para que sus alumnos comprendieran lo que ocurrió, y fue cambiando hábitos y actitudes que reprodujeran de algún modo el clima vivido en 1933 en Alemania, que llevó a Adolf Hitler al poder. Ron Jones tuvo que interrumpir el experimento a los pocos días ante la deriva que estaba tomando, con los alumnos transformados en pequeños monstruos con la sola inoculación de conceptos aparentemente inocuos como la camaradería y la disciplina. 
Sobre aquel experimento, conocido como «La tercera ola», se han escrito libros y se han rodado películas, la última en 2008. Al director catalán Marc Montserrat Drukker le tentó la idea de llevarlo al teatro, y contactó con el dramaturgo Ignacio García May, una de las más interesantes voces de nuestra escena actual. La obra se estrenó en el teatre Lliure barcelonés hace un par de años y ahora, con un reparto diferente, ha llegado al teatro Valle-Inclán, dentro de la programación del Centro Dramático Nacional.
«La ola» es una de esas obras que fascinan antes de que el telón se levante. Son funciones en las que la novedad o singularidad del tema, la presencia de alguien relevante en el reparto o unas especiales circunstancias en su creación despiertan una expectación que se ve finalmente defraudada o, cuando menos, produce cierta frialdad en el espectador. En el caso de «La ola» queda esa sensación -a mí me ha quedado, por lo menos- de no haber conseguido conectar con la escena del modo en que había pensado que lo haría.
El texto de García May -y al tiempo su traducción en la hábil dirección de Montserrat-, es claro en su desarrollo y perfila perfectamente las características de los distintos alumnos (siete) y del profesor, diferenciándolos y señalándolos; pero creo que se extiende demasiado en el «prólogo» del experimento, quizas tratando de definir a sus personajes, y se precipita demasiado el proceso de transformación y, sobre todo, en la escena final, que no me parece resuelta de la mejor manera. Cuenta el espectáculo con un elenco de jóvenes actores (con el añadido de Xavi Mira, el profesor) que interpretan con entusiasmo y una encomiable entrega el texto: destacan Javier Ballesteros, Carolina Herrera y Alba Ribas, que aportan unos gramos extra de calidad a un trabajo notable en líneas generales; lo mismo, por otra parte, que el propio espectáculo.