La olla de acero

Publicado el 09 mayo 2019 por Carlosgu82

Venia a ver a mi novia, eran las 12 de la noche de un domingo deje a mi novia preocupada en su casa ya en los últimos meses muchos jóvenes y niños habían desaparecido sin dejar huella y no sabían donde habían quedado, ya esa hora en mi pueblo la mayoría ya estaba descansando, preparándose para el lunes salir a trabajar temprano a parte por el miedo de ser el próximo.

Pase por el parque y vi una muchacha sentada en un kiosco, en la parte de arriba. Me llamo la atención porque estaba vestida de blanco,pantalón y blusa blanca, mire hacia los lados y de verdad no habían personas, solo ella y yo observándola, decidí seguir caminando y olvidar el asunto, cuando ella me hablo

– Hola, buenas noches!!, ¿Podrías venir aquí y ayudarme?, por favor

Yo me detuve y volví a mirar hacia arriba y a los lados un poco temeroso, pero no vi a nadie mas, luego pude ver que era una chica muy bonita, ademas no era de mi pueblo, la mayoría podría decir que los conozco y ella jamas lo había visto.

– Hola, buenas noches en que podría ayudarle? ¿Esta lastimada? ¿Que es lo que le pasa? – le conteste

– Ven, por favor – insistió

Dude un instante, pero me gano la curiosidad y decidí ir a ver que es lo que le pasaba. Al llegar a ella sentí un olor desagradable, aunque ella se miraba de una limpia y blancura extrema.

– Hola, dígame que paso?

– Gracias por venir, mi nombre es Claudia Gutierrez, mucho gusto – me dio la mano y le di la mía

– Mucho gusto, mi nombre es Sergio – le dije

– Mira lo que pasa es que yo no soy de aquí y vine a visitar a doña Juana la modista. Y la verdad no se donde vive, me dieron una dirección y resulta que no es!!, creo que me engañaron y quiero saber si tu podrías ayudarme y llevarme con doña Juana. Te pagare, por favor ademas ya es tarde y no quiero dormir en la calle.

La escuche con atención y después le dije:

– No hay problema, yo la voy a acompañar y la llevare con doña Juana, aunque ella vive a la salida del pueblo, espero no le tema a la oscuridad, esta oscuro ya que no hay alumbrado publico no llego hasta aya, y es que solo hay dos casas al final, pero vamos.

– Ok – dijo ella

Tomamos el camino hacia la casa de doña Juana, con la emoción de conocer a esta chica se me olvido que también era el camino hacia el cementerio, pero no me importo así que continuamos caminando.

Le pregunte de donde venia y si tenia familia ahí en mi pueblo, las preguntas no eran tan impertinentes, y lo que me contestaba era un no o si y un tal vez y algunas no decía nada y solo miraba hacia adelante, me sentí como rechazado y deje de hablar pensé que tal vez no quería conocer a nadie y que mejor debia callar.

Así que no dije nada en dos cuadras, a la tercera cuadra que caminaríamos, ella e hablo.

– ¿Tienes novia?, yo estoy soltera y busco un hombre que me pueda hacer feliz, ¿Tu podrías hacerme feliz? – dijo

Iba pensando en mi novia!!. Si me vieron venir con esta chica se me va armar mañana y que le diré a Susi, así era el nombre de mi novia. Reaccione cuando escuche que pregunto algo.

– Perdón ¿Que dijiste?

– Jaja , te pregunte si tenias novia, y que yo soy soltera y busco un hombre que sepa hacerme feliz, también pregunte si podrías hacerme feliz!!, dime ¿Podrías hacerme feliz?

Con la boca abierta me quede al escuchar lo que me decía

– Soy un hombre que a cualquier mujer podría hacer feliz, y a ti también  podría hacerte feliz – conteste

– Jajajaja – rió Claudia – Yo no soy cualquier mujer Sergio, yo soy alguien que jamas volverás a ver si no me haces feliz  ahora!!. Dime, ¿Que harás para hacerme feliz?

Casi llegábamos a la casa de doña Juana a lo mucho 5 metros nos distanciaba, había un árbol grande y era donde mas oscuridad había, ya que los rayos de la luna no podían entrar, y ahí fue donde tome de la mano a Claudia y la jale hacia el tronco del árbol, enajenado de pasión, la tome de cara y  la espese a besar, sentía su boca cálida dulce y el sentir de su cuerpo dulce tan palpitante, le daba mas fuerza a mi deseo y el sentir que ella me correspondía me volvía loco y me decía a mi mismo, que suerte la mía encontrar a una mujer así, de pronto escuche un aleteo, como la de un pájaro grande y graznidos, con el ruido abrí los ojos y vi a ese pájaro o lo que aya sido arriba de una rama, casi encima de Claudia, me quise separa de ella y sentí como sus uñas se clavaron en mi espalda con una fuerza horrible, quise gritar pero mi boca la tenia atrapada en la de Claudia que succionaba como si quisiera arrancarme el alma, sentí un mareo y un desguace tremendo, cunado creí que me desmayaría alguien grito tan fuerte atrás que Claudia me soltó y caí de bruces a gatas jalando aire que me faltaba, poco a poco pude ver lo que pasaba una mujer peleaba con lo que era Claudia, entre las penumbras había luces que hacia la mujer que me defendía, y así pude ver a Claudia.

Carajo!!!

Era una mujer pero muy vieja y muy alta, flaca y sus brazo eran demasiado largos, y sus manos la hacían verse aun mas largos, su capa que le cubría la cabeza cayo y pude ver unos cuernos pequeños que salían de su frente, sus ojos brillantes como si fuera de fuego, y el ave esa, sus graznidos parecían taladrar mi mente, entre gritos y graznidos y palabras mi heroína salí gateando  hacia la puerta de la casa de doña Juana, cuando estuve en la puerta,grito la mujer que me defendió.

– Entra a la casa Sergio, allí no te harán nada!!!

No me dijo dos veces y entre, al hacerlo enseguida serré la puerta, ahí se escuchaba muy poco lo que allí afuera se escuchaba. Hasta que se dejo de escuchar, nada se oía.

Me separe de la puerta y me fui a sentar a la sala un sillón muy cómodo, nunca había estado dentro de la casa de doña Juana y vi como tenia una chimenea y en la chimenea tenia una olla de acero con lumbre algo cocinaba, me fui acercando y me asome al recipiente, solo vi algunas verduras y ratas? ¿Cocinándose? ¿Pero que pasa aquí?, gire mi cuerpo y quise salir corriendo como un rayo, pero tres cosas horribles, tres tipos de mujeres espantosas estaban frente a mi, tapándome el paso, el miedo y el terror que me paralizo también me hizo mojarme los pantalones, las que estaban frente a mi se carcajearon.

– Maldito chamaco, la sopa quedara amarga por tus porquerías jajajaja.

– Cállate hermana, tu sabes que a mi así me gusta la comida, jajaja – dijo otra riéndose

– Malditas sean yo gane el pleito y me toca a mi sazonarlo jajaja – dijo la tercera riéndose

Del miedo recordé a las personas desaparecidas, al fin supe donde fueron a quedar. En el fondo de la olla de acero.