La olvidada Hermana Paciencia

Publicado el 10 octubre 2014 por José Bau Giménez @Jose_Bau_

Mucho se está diciendo estos días sobre Excalibur, el perro de la auxiliar de clínica enferma de Ebola. Muchas críticas por su sacrificio, precisamente, aunque no siempre, en muchos casos por aquellos que criticaron también la repatriación de los tres enfermos de Ebola.
Porque eso es algo que parece que muchos han olvidado, en el debate sobre si los protocolos se aplicaron o no o sobre si son correctos o no: Entre repatriados y casos detectados (solo en EEUU) hay más de 14 enfermos tratados en Occidente de los cuales solo han muerto 3: los dos misioneros españoles, que además eran los de más edad y Thomas Eric Duncan, un ingeniero liberiano que viajó a EEUU y allí, después de engañar a los controles aduaneros se le detectó la enfermedad ya avanzada cuando llevaba más de cinco días en el país.
En el caso Español, desde el primer momento un sector muy claro de la sociedad se puso en contra de la repatriación. El mismo sector social y político que apoyó esta sin reservas en Francia y Noruega. Quiero pensar que se trataba de desconfianza en las autoridades y no del hecho que los tres repatriados españoles eran religiosos mientras que el personal de Francia y Noruega eran de Médicos sin Fronteras. Y no olvidemos que consideraciones humanitarias aparte existía obligación legal de repatriarlos ante una enfermedad, como existe ante cualquier empleado que una empresa u ONG española que envíe personal al extranjero y este se registre en el correspondiente departamento consular.
Diría mucho de su bajeza moral el que se opusieran a la repatriación de estos ciudadanos españoles por el hecho de ser religiosos, como dice mucho de esa misma bajeza moral que se hayan opuesto a la repatriación, que no es ni más ni menos que un intento de salvarle la vida, y ahora se opongan a que, no disponiendo como no se dispone (o al menos eso afirman las autoridades) de un lugar y personal voluntario adecuado para su cuarentena se opongan al sacrificio del animal. ¿Qué podríamos aprender mucho sobre la trasmisión y cómo curar la enfermedad, o sobre si esta se trasmite o no por la mascotas? Quizá. Pero lo dudo por los mismos motivos: no disponemos ni de personal ni de medios para investigar y si realmente existe la posibilidad de trasmisión de la misma el riesgo no justifica los beneficios que, en España, se podrían conseguir.
Por otra parte, como si de una venganza biblia se tratase, de una humillación moral a aquellos que esgrimen el derecho humanitario a voluntad. La hermana Paciencia, guineana, colaboradora del padre Pajares y que él trató infructuosamente de que fuese trasladada con él a España, consiguió en el infierno de Liberia sobrevivir y ahora su suero está siendo usado para tratar a la enfermera Teresa. Aquí.
No voy a comentar más. No me opongo a ello, aunque teniendo en cuenta cómo está la situación allí, donde Paciencia, ahora inmune sigue tratando de ayudar si habría mucho que reflexionar.