La ONU según Eric Frattini

Publicado el 18 diciembre 2011 por Carlosrodriguez @CarlosRguezPrez


El refrán popular de que “cualquier tiempo pasado fue mejor” debe encabezar la Carta oculta de las Naciones Unidas. Con más de medio siglo de vida, la ONU mantiene un organigrama arcaico post segunda guerra mundial y guerra fría. Cinco países (China, Francia, Federación Rusa, Reino Unido y Estados Unidos) mueven las decisiones o abstenciones de lo que se debe hacer. El principio fundacional por mantener la paz y la seguridad internacional está sujeto a lo que determinan estos países, aunque este “club de los cinco” incluso puede saltarse a la torera los límites de la ONU e interpretar libremente los reglamentos y dictámenes para actuar conscientemente sin peligro de ser sancionado por la comunidad internacional. El periodista de investigación Eric Frattini en su libro “ONU: historia de la corrupción” refleja una realidad opuesta a los objetivos iniciales. Afirma que desde su implantación como organización internacional, la ONU motivó delitos por sobornos y corrupción inmobiliaria. Asevera que “la corrupción de la ONU está en su ADN”. Este hecho lo demuestra con un documento oficial de la OIOS (Office of Internal Oversight Services) enviado por Inga-Britt Ahlenius, jefa de este departamento, en la que se responde que la organización va en la senda equivocada para combatir la corrupción. Una organización transaccional con una corrupción transversal que lo abraca todo. Y los altos mandos también se apuntaron al festín como Kofi Annan, secretario general 1997-2006. Todo se remonta al embargo que se impuso a Irak, entonces dirigido por Saddam Hussein, lo que provocó que entre la población civil escasearan los productos de primera necesidad, alimentos y fármacos. La solución de la ONU fue la puesta en marcha del programa “Petróleo por Alimentos”. La compra de petróleo por parte de la comunidad internacional a cambio de que abasteciera a la población fue un subterfugio para la venta de barriles en el mercado negro del que formaban parte el hijo (Kojo), el hermano y el cuñado del mismísimo Kofi Annan. La ineptitud de Kofi Annan también es evidente cuando desoyó los telegramas de alerta sobre el inicio inminente del genocidio y guerra civil entre hutus y tutsis en Ruanda, lo que causaría 800.000 muertos. O el proteccionismo hacia altos cargos como Ruud Lubbers (Alto comisionado de ACNUR 2001-2005) sobre el que se sabían sus delitos por acosos sexuales.Otro de los escándalos se traslada al Congo con un conflicto que se remonta desde hace décadas y al que la comunidad internacional ha hecho oídos sordos salvo para proteger a las compañías extranjeras que explotan y expolian los recursos naturales del corazón de África. Desde la primera misión de los cascos azules en los años 60, en tiempos de Patrice Lumumba y los intentos descolonizadores, la ONU priorizó en su defensa de las empresas occidentales al servicio de las potencias que jugaban en el tablero de la guerra fría más que en proteger y en salvaguardar los derechos humanos. La estructura interna de la ONU convive con grietas de difícil sutura, un organigrama sin modernizar, debido a que para mirar al futuro tienen que ser los países del pasado, el club de los cinco, los de decidan de forma unánime a favor de ello. A los problemas globales e interdependientes, en la solución internacional suelen aflorar los intereses de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. La realidad de hoy en día es que el presupuesto de la ONU se gasta especialmente en sufragar todas las actividades organizativas, es decir los necesarios para mover todos sus mecanismos institucionales, y de este porcentaje solo un tercio se destina a los organismos especializados (UNCTAD, ONUDI…); mientras que las partidas presupuestarias operacionales, las que financian directamente los proyectos concretos, sólo consumen el 1% ó el 2%.