La opinión de Jackie Onassis

Publicado el 21 septiembre 2011 por Alejandropumarino

Jackie Onassis, o Kennedy, que tanto da, conversa en la fotografía, con Normal Mailer, autor de los hombres duros no bailan, además de otros famosos “best sellers”, y es noticia por la publicación de un libro que recoge las opiniones grabadas por la ex primera dama estadounidense por el Sr. Schlesinger, a la sazón, uno de los más famosos historiadores americanos. Las ocho horas y media de grabaciones se guardaron en el Museo John F Kennedy, de donde se rescataron más recientemente. El particular punto de vista de Jackie sobre de Gaulle o la mala opinión de Martin Luther King, no por sus ideas, sino por su presumible promiscuidad, dan idea del carácter de esta mujer excepcional que pasó de esposa del presidente de Estados Unidos a ser la mujer de uno de los hombres más ricos del mundo, sumiendo a María Callas en una profunda depresión. Jackie Onassis fue un icono para muchas mujeres de su época y se interesó tan poco en la política que ante la amenaza de una guerra nuclear lo único que ansiaba era pasar los últimos instantes al lado de su marido y de sus hijos.

Nació en Julio de 1.929, se licenció en arte en 1.951 y también estudió en la Sorbona de París; hablaba, además del inglés, con aceptable fluidez, español y francés. Su papel como primera dama se caracterizó por su elegancia y discreción.

Escribe César Vidal “a varias décadas de distancia, resulta obligado preguntarse si no es un ejemplo más digno de seguir que el que ofrecen personajes contemporáneos como Leire Pajín o Bibiana Aído”. La verdad es que nuestras ministras no tienen la elegancia de la viuda de Kennedy, y me da la sensación de que su fuerte no son los idiomas; eso sí, en español leen “cónyugues” sin ruborizarse, y, a cambio, se trata de mujeres realizadas, no subyugadas al varón, y que ocupan y reivindican su valor en la sociedad, notable diferencia con la madre que buscaba morir junto a sus hijos en caso de un desastre nuclear. No resto valor a nuestras ministras, pero tampoco se puede denostar la muy razonable opción de la Sra. de Onassis: Ella consiguió ser un icono social, mientras Dª Leire pasará al olvido con más pena que gloria. Así es la vida.