Siendo Francia el país de las libertades, y que con sus leyes proteje a la mujer, algunas fuentes aseguran que más de dos millones de mujeres son golpeadas brutalmente por sus parejas. En España se manejan unas cifras similares, aunque los datos son difíciles de corroborar ya que muchas no denuncian el maltrato. Con estos datos podemos imaginar lo que sucede en los paises musulmanes.
A esto le sumamos otros agravantes: las mujeres occidentales conocen sus derechos y disponen de medios para denunciarlo, mientras que las musulmanas tienen todas las leyes en su contra, ni la policía, ni los familiares pueden acudir en su ayuda; en occidente existen multitud de organizaciones para la defensa de los derechos de la mujer, en tanto que las musulmanas están completamente solas, su única defensa son sus gritos y su llanto; además de esto existe la policía del pudor que se encarga de controlar a la mujer, su vestido, su comportamiento, y en definitiva encargados del recorte de cualquier derecho para ellas.
Finalmente no podría imaginar a mi hija de ocho años casada con uno de estos individuos seguidores de Mahoma, el ejemplo de todos ellos y que tomó a Aisha por esposa cuando tenía solo seis años, pero el profeta fué muy respetuoso con la niñez de esta pequeña y esperó para mantener relaciones con ella hasta que ella cumplió los nueve años.