Por eso, siempre que regresaba a casa lo hacía con el cuidado que me imponía el conocimiento del hecho: al abrir el garaje habría de cederle el paso, algo que ella se apresuraría a agradecerme con sus trinos, mientras pasaría rozando el coche desde el impecable vuelo de sus alas.Hoy he visto su cadáver junto a la entrada... Desconozco las circunstancias que rodearon a su muerte, aunque juro que nadie le pidió que abandonase el nido o el pago de mensualidades, como tampoco intereses de demora por él; motivos que me llevan a descartar la posibilidad de un suicidio alentado por tales y tan trágicas circunstancias.Hoy quiero, desde mi blog, brindar apoyo a quienes cada día son acosados por los bancos, obligados a abandonar sus hogares y a vivir en una perpetua marginalidad, ahogados por deudas injustamente planteadas y permitidas: ¡NO a los contratos leoninos ni a las condiciones draconianas, DACIÓN en pago YA, sin más demora!