La Otra Carta y La Otra Navidad: Los Estragos de los Anuncios de Ikea

Por Patricia Patricia Manzano Gómez @lavidaentrebibe

Llevo unos días sufriendo las consecuencias del dichoso anuncio de la marca sueca Ikea,  La otra Carta. Los remordimientos me consumen poco a poco cada vez que veo el Facebook, Twiter, atiendo el blog, incluso en este momento que realizo estas anotaciones manuscritas. ¡Mis hijas reclaman más tiempo!

Vivo a más de 300 km de mi familia, de mis amigos de toda la vida, con un marido que trabaja a turno, con dos hijas bebés y solo dos manos y dos piernas… Cuando inicié este proyecto, La vida entre biberones, necesitaba algo de esparcimiento fuera de las atenciones propias de una familia, y que enlazara la curiosidad sobre temas que me encuentro a diario con mi propia necesidad de desarrollo.

Desvinculada del mundo laboral hace ya 4 años, casi que la Banca y los Seguros me suenan un poco a chino, o siendo sincera, me da una enorme pereza actualizar esa faceta de mi vida que abandoné unos meses antes de comenzar con mi sueño de la maternidad. Conseguir el embarazo,  como ya sabéis, para mí fue todo un sueño, un sinfín de pruebas para decir “nada” y terminar en varios FIV, cuyo resultado no pueden hacerme sentir más orgullosa. Sin embargo, la maternidad no era mi único sueño, aunque durante un tiempo consiguiera desplazar todo lo demás.

Hace unos meses satisfecha esta faceta, decidí recobrar otra parte de mi vida, ¡ya lo necesitaba! Con un panorama poco alentador en esta sociedad donde los trabajos escasean, y con la conciencia real de que pagar dos plazas de guardería conllevaba desembolsar mi sueldo, un sueldo que aún no tenía, pero que siendo realista ya no sería ni mil eurista, me adentré en el mundo blogguer de forma totalmente kamikaze e inconsciente. Buscaba cubrir la parcela de mi vida más narcisista, en la que buscas desarrollo, palmadita, el sentir que puedes crear, mancharte las manos, equivocarte, aportar algo a esta sociedad, recomponerte con cada trabajo. Pero… ¡No esperaba pagar un precio tan alto por ello! Que un anuncio me haga vacilar, me lastime… Como me ha ocurrido con la compañía sueca Ikea y La otra carta. Hasta ahora creía que mi familia vivía en la república independiente de nuestros dominios, pero estaba muy equivocada porque unos escasos minutos han bastado para destruir nuestro batallón de defensa. ¡Nos han pillado desprevenidos!

Después de ver, mirar, observar al detalle el dichoso experimento e incluso leer opiniones de mucha genta que manifiesta su admiración por el mismo, me siento un bicho raro. A mí, me resulta increíble que una marca que aboga por facilitar la vida a las familias con el montaje de muebles a mi me la esté enmarañando, pero claro, otro gallo cantaría si esta empresa se dedicase a comercializar juguetes. En mi opinión se trata de una campaña publicista simple, poco sorprendente, que llega a la emoción con un formato muy navideño de familia, paz, y amor en el que su compromiso es escaso. Si la gente decide abogar por La otra Navidad,el otro anuncio,  la marca Sueca puede estar tranquila porque sus ganancias por venta de juguetes varios son minúsculas, otra cosa será lo que piensen los beneficiarios de su campaña  Peluches para la Educación, que apoyamos desde el blog.

¿Y mientras tanto qué  hago yo con mi conciencia, mi tiempo y las cartas de mis hijas? ¿Cuál llevo al buzón?

Pues después de salvar los remordimientos iniciales por considerar que el tiempo que dedico a mis menesteres ellas me lo pueden reclamar, y reflexionar muy mucho sobre lo que para mí es mi trabajo, mi hobby, mi esparcimiento, mi ventana… Me he dado cuenta que, La vida entre biberones, me presta más que una compensación económica, que francamente no es escasa sino nula, y que aunque la locura me abrume, la vorágine me apisone en muchos momentos, seguiré compatibilizando todas las facetas de mi vida que me hacen feliz, intentando compaginar e incluso cronometrar los tiempos para llegar a todos, pero sobre todo para llegar a mí, a los que soy y a lo que siento.

Y por supuesto que yo no voy hacer como Ikea y le voy a pedir a mis hijas que elijan una sola carta esta navidad, porque en mi república independiente estas navidades se escriben tantas cartas como deseos queramos cumplir, porque no hace falta grandes y costosos juguetes para despertar la ilusión de los niños, ni siquiera hace falta que sea navidad para regalar, pero aunque mis hijas son pequeñas, y ni piden ni esperan, no quiero imaginar la cara de mis sobrinos el día de Reyes si bajo el árbol no encuentran regalos sino juramentos de tiempo en familia o un útil de repostería, por mucho que les guste hacer bizcocho los Domingos.. ¡No me gustaría compartir ese día con ellos, y os aseguro que a Ikea tampoco!jajaj

Siendo francos, Ikea ha conseguido su objetivo, de una u otra manera ha llegado a todos los hogares, y visto que el día de Reyes no han preparado ningún evento especial para pasar tiempo con nuestros hijos (esa es nuestra función) yo realizaré un presupuesto para no llevarme sorpresas desagradables, buscaré ofertas y trataré de cumplir los deseos de los más pequeños de la familia, ajustándome a mis posibilidades,  SSMM los Reyes Magos de Oriente están también en crisis, y los pequeños lo saben. Y ese día como el resto del año disfrutaré de la compañía de mis hijas con la satisfacción de haber cumplido sus deseos.

¡Que la magia y la ilusión de la Navidad no se desvanezcan con el tiempo!

Si aún no los habéis visto, os los dejo aquí.

Autor Patricia Manzano

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