Pablo Aranda visitó ayer por segunda vez el club de lectura de la biblioteca Cristóbal Cuevas para hablar con nosotros acerca de su primera novela, que quedó finalista del premio Primavera. Agradecerle desde aquí su gesto, aunque él repita que el gusto es suyo, pues tanto la tertulia en torno a su libro, como la charla-cena posterior, más distendida, sirvieron para conocer un poco mejor la técnica y las influencias de uno de los escritores más prestigiosos de Málaga, que promete volver siempre que se lo pidamos.
La primera impresión que tuve como lector de "La otra ciudad" es la de encontrarme con una novela de estructura y temática parecidas a "Ucrania", aunque en esta última la técnica narrativa está mucho más depurada. En "La otra ciudad" la escritura es mucho más densa, lo cual no quiere decir que su lectura sea difícil. Es prodigioso que en una primera novela, que Pablo, según nos comentó, escribió prácticamente en secreto, los rasgos de madurez sean tan acentuados. A mí el estilo de Pablo me transmite seguridad y, lo que es más importante, la certeza de que ha sabido crear un mundo propio, que se parece mucho a la Málaga real, la que habitamos y padecemos todos los días. Los personajes son tan imperfectamente humanos que alguien comentó que mientras leía, prácticamente podía verlos actuar.
Según nos comentó el autor el primer esbozo de la novela surgió de un hecho nimio. Pablo trabajaba como educador en un piso habitado por enfermos mentales a los que se ayuda a ser independientes en la medida de lo posible. Un día de junio muy caluroso caminaba con tres de ellos por la zona del colegio La Goleta, zona en aquella época de derribo de edificios antiguos para sustituirlos por construcciones feas y sin personalidad. Mientras pasaban por un solar todavía sin construir, un drogadicto ya casi en las últimas les pidió un cigarro. Ellos pasaron de largo, pero a Pablo se le activó un resorte mental que acabaría convirtiéndose en una novela. ¿Quién era antes aquel ser que se confundía con las propias ruinas de la ciudad? ¿Fue durante un tiempo el rey del barrio, el chulo al que todos los muchachos miraban con respeto y admiración?
La novela se construye a partir de la imagen de cuatro hombres caminando a pleno Sol por el mar de derribos que era la zona de calle Ollerías y alrededores hace diez años. A través de la vida de Paco, el protagonista, conocemos los avatares de las vidas de los seres que le rodean en el medio hostil que es el centro de Málaga, donde tan fácil es para un muchacho caer en un círculo vicioso de drogas y delincuencia, especialmente para Paco, con un hermano traficante y drogadicto, un padre alcohólico y una madre depresiva. Paco sobrevivirá a todo esto y logrará construirse una vida humilde, pero vida al fín y al cabo.
La otra gran protagonista del relato es la ciudad, de la que se nos ofrecen continuamente imágenes muy vivas que dan aún más verosimilitud a las acciones de los personajes. Le pedimos a Pablo que nos leyera el siguiente fragmento:
"El centro de la ciudad ahora desplazado hacia el oeste. Lo que fue el interior de la ciudad musulmana hoy crece por los arrabales, dejando al centro convertido en un arrabal demolido. Agotado el arrabal que fue el interior de la ciudad amurallada de la que por la noche tenían que salir todos los no cristianos hacia los arrabales que hoy son el centro, la ciudad privilegiada que nadie osa aún hoy – aunque por razones bien distintas – salir para adentrarse de noche en los callejones que desembocan en mares de escombros de lo que fuera el centro memorable. Centro donde muchos sueñan con la posibilidad de construir, en una de esas parcelas obtenidas del arranque, o en hacer tratados costumbristas más cercanos a la sociología que al urbanismo sobre cómo fuera – como si ya no quedara nadie, Dios mío – la vida en esa parte de la ciudad en la que aún cruzan seres que son fósiles las callejas y miran los cortes transversales de lo que fueran casas habitadas por gentes como esos mismos fósiles. La ciudad que va dejando de ser ciudad para convertirse, dicen, otra vez en ciudad, en pocos años, en cuanto consigan ordenar todo: ideas, proyectos, dinero fósiles. En pocos años otra ciudad, pero mientras qué."
Personalmente me llamaron la atención dos cuestiones. Que el autor esté presente en el taller me permitió aclararlas sin problemas. Por un lado, la construcción no lineal del relato. Pablo no había realizado un esquema previo de la estructura de la narración. Mientras avanzaba en la escritura, iba realizando las correcciones precisas y apuntando las notas imprescindibles para que después el lector nunca se encontrara perdido en los saltos temporales de pasado a presente en que abunda la novela. Personalmente le felicité también por un personaje secundario, el padre de Paco, el Mamao, un alcohólico muy bien construido, que podría dar lugar a una novela dedicada sólo a él.
Significativamente uno de los personajes de la novela escribe un ensayo titulado "La ciudad agresiva". La ciudad inclemente, que devora a sus propios hijos, que establece unas reglas de supervivencia muy estrictas y que raramente ofrece segundas oportunidades. La aguda mirada de Pablo Aranda ha construido una obra, un universo propio, donde el lector puede reconocer su propia realidad, pero con mucha más riqueza de matices, desde puntos de vista inéditos.