La otra vida, de Ana Vidal Egea

Publicado el 14 septiembre 2012 por Goizeder Lamariano Martín

Título: La otra vida Autora: Ana Vidal Egea Editorial: Traspiés Año de publicación: 2010 Páginas: 119 ISBN: 9788493788865 Este es ya el undécimo libro que leo de la editorial Traspiés y, como no podía ser de otra forma, también me ha gustado. Aunque, si he de ser sincera, debo decir que no tanto como el resto de los libros que he leído de esta editorial. La otra vida está formado por 18 relatos: La otra vida, El baile, El secuestro, La carretera, Teatro, La tormenta solar, El cuarto D, La culpa, Humo, La fotografía, La revancha, Un verano, Desaparezca, La ley de la gravedad, El mar, La mantis, La nave y Trozos de vida. Son relatos cercanos, humanos, que nos hablan al mismo tiempo de amor y de miedo. Con una prosa poética nos describe y nos narra sentimientos con los que desnuda el alma humana de forma rotunda, implacable, poderosa, pero al mismo tiempo también dulce, sensual, tierna. Relatos fríos y cálidos, duros y entrañables.
En La otra vida, el primer relato y el que da título al libro, Ana Vidal Egea, una joven periodista murciana de 28 años y una escritora muy galardonada, nos habla de los sentimientos que provoca una infidelidad, ser la otra, la amante y, en definitiva, vivir otra vida. El baile tiene como escenario unas clases de baile, concretamente de tango, en las que hombres y mujeres se relacionan, se tocan, se sienten, y con el baile, con la música, con el tango, con las miradas, con el silencio, se dicen todo lo que piensan, lo que sienten, lo que desean. El secuestro es uno de los relatos que más me ha gustado y es también uno de los que más me ha sorprendido y me ha desconcertado. Un relato que nos habla de una relación especial, peculiar, dramática, tormentosa, enferma. La carretera nos habla de una pareja que viaja en coche. Es un relato corto pero no por ello deja de ser intenso y, sobre todo, tiene un final inesperado, sorprendente, que deja al lector con el estómago encogido. Teatro narra esos encuentros que se producen en la calle, en una cafetería, en un teatro, en cualquier lugar de cualquier ciudad. Encuentros entre desconocidos que se miran, que intentan adivinar los sentimientos, los pensamientos y la vida de la otra persona. Que intentan llamar su atención para conocerse un poco más porque solo son eso, simples desconocidos. O quizá no lo son tanto. La tormenta solar me ha resultado extraño, ajeno. Se trata de un relato cotidiano, urbano, cercano, humano y, al mismo tiempo fantástico, una historia que roza la ciencia-ficción mientras nos narra las consecuencias que provoca una tormenta solar en un hombre, su mujer, que está embarazada, y la madre de ella. El cuarto D nos habla de las relaciones de pareja, de las infidelidades, de la convivencia, de las relaciones entre vecinos y, en definitiva, del día a día, de la vida y, en definitiva, de las relaciones humanas y de los sentimientos que las provocan y que las destruyen. La culpa narra la historia de dos amigas, de su relación, de su pasado y de su presente y también de la relación que una de ellas mantiene con su pareja. Un triángulo frágil, débil y, al mismo tiempo, fuerte y explosivo.
Humo es la historia de la hija de un estanquero y nos narra la relación que mantienen padre e hija y la relación que ella mantiene con los hombres. Una joven rebelde, enigmática, misteriosa, que sueña con huir de su pueblo, de su vida, de sus ataduras y desaparecer, huir sin ser vista, como el humo. La fotografía nos cuenta una relación extraña, compleja, llena de secretos, de sentimientos no confesados, en la que ni ella ni él son quien dicen ser. Una relación y un relato en el que las apariencias engañan, en el que descubrimos la verdad poco a poco, sutilmente, en el que las palabras insinuan, desvelan, sorprenden. La revancha narra la historia de una joven adolescente y la mala relación con sus padres. La relación con sus amigas, sus aficiones, su rebeldía, su inconformismo y, sobre todo, su pasión y su obsesión por su cantante favorito. Un verano está escrito a modo de diario entre julio de 2005 y marzo de 2010. Diez textos. Cinco años. Dos personas. Una historia de amor. Distancia. Cartas, teléfono y sentimientos para romperla. Posibilidades siempre abiertas y nunca intentadas. Un amor que se protege. Pero amor en cualquier caso. Desaparezca me ha gustado mucho. En este relato conocemos a una joven que, cada mañana, cuando se levanta y se mira en el espejo, descubre que le falta una parte de su cuerpo. Un relato fantástico que, sin embargo, resulta tremendamente cercano y, por eso mismo, resulta profundamente desconcertante, amenazador y, por encima de todo, fascinante, irresistible e inolvidable. La ley de la gravedad nos habla nuevamente de las relaciones, de los sentimientos, del amor, del deseo, de la pasión y, sobre todo, de la infidelidad. El mar es un relato duro que nos narra la travesía de varios guineanos y senegaleses que durante nueve días recorren en un cayuco la distancia que separa Senegal de Tenerife. Una historia de superación, de esfuerzo, de la fuerza que nos empuja a cumplir los sueños, a empezar una nueva vida, a luchar para escapar, para huir, para llegar. Una historia de inmigración, pero también de amistad, del amor incondicional de una madre por sus hijos. Una historia cruel, injusta, triste, dolorosa y, al mismo tiempo alegre, tierna, esperanzadora y optimista. La mantis narra una historia que pude haber sido y no fue entre un artista y una turista en Grecia. Una relación libre, adulta, sin tapujos, sin mentiras, sin máscaras. Pero también sin futuro. La nave relata una historia de corrupción y de poder. Una historia sobre la fuerza que da el dinero y sobre lo divertido que puede llegar a ser jugar a ser Dios. Una historia de investigación, en la que una periodista y su hermano tratan de desenmascarar una misteriosa red. Trozos de vida es precisamente eso, trozos de vida, retazos de los sentimientos, los deseos, los miedos y los amores de todas esas personas con las que nos cruzamos por la calle, a las que no conocemos y por las que sin embargo sentimos una curiosidad irreflenable.