Como La cuestión criminal, esta publicación también invita a repasar ponencias filosóficas y jurídicas que construyeron el andamiaje de un sistema cuyo potencial destructivo nos embuja al borde de la extinción. Además permite descubrir pensadores, comunidades e iniciativas que impulsan un cambio a favor de una convivencia armoniosa con la naturaleza, llámese “buen vivir” o “sumak kawsay” según la voz quichua ecuatoriana.
Descartes, Hegel, Spencer, el antropocentrismo, el etnocentrismo blanco, el ejercicio salvaje del capitalismo son algunos de los autores y fenómenos conocidos que Zaffaroni contrapone con un enorme caudal de información que los legos en la materia ignoramos: desde citas y observaciones de especialistas como Aldo Leopold, Peter Singer, Tom Regan hasta considerandos innovadores de las Constituciones de Ecuador de 2008 y Bolivia de 2009, pasando por los postulados de las ecologías ambientalista y profunda (o deep ecology).
De esta manera, el Maestro desarticula verdades supuestamente reveladas que la escuela y demás medios de difusión formal nos inculcan en detrimento de nuestra propia (sobre)vida. En este sentido, resulta muy interesante el apartado sobre la desconfianza política hacia el movimiento ecológico.
Es más… Vale transcribir los siguientes párrafos que parecen inspirados en el exabrupto del gobernador de San Juan, José Luis Gioja, sobre la supuesta inclinación nazi de los asambleístas de Famatina…
Dado que la ecología profunda necesariamente debe criticar el sistema productivo actual, no faltan quienes la creen una tentativa de legitimar un nuevo stalinismo con diferente discurso legitimante. Por otro lado, como muchas veces reivindica un localismo que revaloriza la vida austera, otros sospechan que oculta una nostalgia fascista (o petainista en Francia).
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Es muy fácil pervertir el discurso ecológico, en particular profundo, hasta caricaturizarlo y convertirlo en un discurso contrario a las declaraciones de derechos humanos y presentar el geocentrismo o cualquier otra tentativa de reconocer el carácter de sujeto de derechos a la naturaleza, como un discurso antihumanista que, por quitar al humano del lugar de titular del dominio absoluto de la naturaleza, lo degrada a microbio eliminable si se opone a su conservación.
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En definitiva, la objeción contra el reconocimiento de la titularidad de derechos de la naturaleza en base a estas posibles perversiones discursivas no es más que la reiteración de la primaria reacción que a lo largo de la historia se ha registrado ante cualquier noticia que le advierte al humano que no es tan centro ni tan privilegiado como se ha creído: desde Copérnico hasta Darwin o Freud viene pasando lo mismo.
La Pachamama y el humano es un libro tan necesario como La cuestión criminal. Aprovechemos esta oportunidad de seguir aprendiendo y de liberarnos de otras enseñanzas falsas que atentan contra nuestra integridad.
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* Presentación en la Biblioteca Nacional. Cobertura
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Es urgente reconocer que la naturaleza es persona, y que debemos aprender a escucharla y a dialogar con ella. Apuesto a que lo lograremos pues el humano no es un ser desequilibrado y además sabe oír”.
El encuentro en la sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional empezó cerca de las 19.30, cuando Belén Dezzi tomó el micrófono en nombre de la Editorial de las Madres y agradeció la calidez de quienes trabajaron en esta publicación: desde el propio autor y el ilustrador Miguel Rep hasta el prologuista Osvaldo Bayer (ausente con aviso, por encontrarse en Alemania) y el epiloguista (con perdón del neologismo) Matías Bailone, pasando por correctores y colaboradores varios, entre ellos el historiador Norberto Galasso.
Inmediatamente después hablaron Hebe de Bonafini y Horacio González. La titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo sostuvo que “sólo un hombre con la sensibilidad de Zaffaroni puede escribir tantas cosas en un libro tan pequeño”. Además comentó que “Raúl nos zamarrea (y nos impulsa) a defender esa Tierra que se abre con tanta generosidad”.
Por su parte, el director de la Biblioteca Nacional definió la publicación de La Pachamama y el humano y la consecuente reunión de anoche como un “hecho político de profunda relevancia” que, entre otras cosas, sirve para reconocer y analizar la relación “entre orden jurídico y orden de la naturaleza”. González también destacó el “recorrido inesperado de una bibliografía que asombra por su riqueza y diversidad (y que busca) resover problemáticas más allá de perspectivas tecnicistas y/o administrativo-gerenciales”.
Reservado para el final, Zaffaroni admitió la existencia de “una fibra de locura” en su nuevo libro. Enseguida explicó que “no es fácil repensar la doctrina jurídica” desde un ángulo que “no es animalista, ni ambientalista, ni ecologista, sino que busca cambiar de eje: nosotros estamos EN la naturaleza; somos parte; convivimos; por eso debemos interactuar y dialogar con ella”.
Mientras Hebe, Horacio y Raúl hablaban, Rep dibujó cinco piezas amplificadas por un retroproyector. El retrato de la Pachamama que ilustra este post inauguró la serie cuyas partes podríamos titular La Pachamama de Plaza de Mayo; La biblioteca de Zaffaroni (custodiada por expertos); Todos los animales tienen derechos y Spencer también tiene derechos… y es persona.