Llámenme obsesa. Llámenme monotemática. Llámenme lo que les dé la gana. Pero una vez más ha quedado clara una cosa: en este país no le damos importancia a la ciencia. Cambiar el modelo productivo es una falacia. Hacer que la ciencia (la cultura, el avance del pensamiento crítico, la lucha por hacer que los individuos sean cada vez más libres) sea un pilar fundamental de nuestra economía no es una preocupación real. Igual me equivoco (cuánto me gustaría estar equivocada, ¡no saben cuánto!) pero, después de dos días de debate de investidura e intervenciones políticas, no he oído pronunciar la palabra “ciencia” ni una sola vez. Algunas propuestas me parecen adecuadas (la creación de un ministerio de agricultura no me parece descabellada), otras una barbaridad (lo de eliminar los puentes me parece una tontería muy gorda). Pero nada relacionado con el cambio de modelo productivo, ese que tanto necesitamos. Uno basado en el conocimiento. No me canso de decirlo: como volvamos al ladrillo ya no tendremos remedio.
P.D.: Tal y como me comentaba un colega, en el discurso de investidura, Rajoy pronunció siete veces la palabra “ciencia”: cinco veces en “eficiencia”, una vez en “ineficiencias” y otra en “suficiencia”. Otro comentaba que, para que hablen de más recortes, mejor que no hablen. Yo ya no sé qué pensar…