YOLANDA JAIMES
En el diccionario de uso del español conocido como Clave, se habla de palanca utilizada en zonas del español meridional como recomendación o enchufe, y ejemplifica así: “Aunque es muy malo en su trabajo, sigue en la empresa porque tiene una palanca” En el diccionario de uso del español conocido como Clave, se habla de palanca utilizada en zonas del español meridional como recomendación o enchufe, y ejemplifica así: “Aunque es muy malo en su trabajo, sigue en la empresa porque tiene una palanca”.Siente molestia la población venezolana cuando en una parte significativa de esta, en su afán por adecentar los espacios donde ejercen sus labores, bien se trate de la empresa privada o de las instituciones públicas, aún prevalece la nefasta práctica por parte de algunos o algunas empleadores de conceder cargos atendiendo más a la palanca que presenta el o la aspirante que a su capacidad y honestidad.
Se trata de individuos con inmerecida suerte al utilizar ese recurso para acceder a posiciones burocráticas y de esta manera han logrado lo que buscaban (por ejemplo: ser gerentes, asesores, operadores u operadoras de justicia), pero carecen de los conocimientos básicos para atender tales responsabilidades. Así se desenvuelven en ciertos espacios de la administración y van cometiendo innumerables errores que ameritan su destitución pero, ¡tremenda injusticia!, cuando son descubiertos en su incapacidad profesional y hasta emocional para desempeñar cabalmente sus funciones, ellos y ellas anuncian con descaro que moverán cielo y tierra -léase “palancas”- para asegurar su inamovilidad. Logran quedarse un tiempo más, incurriendo en errores, vulnerando derechos de quienes acuden a esas instancias y obstaculizando el trabajo que los demás realizan, todo en desmedro de la eficiencia requerida.
Estas situaciones son frecuentes en nuestro país. Por eso queremos citar una frase que hemos tomado del Manual de Ética, excelente libro de la coautoría del amigo magistrado Emiro García Rosas: “…que los soñadores se pongan de acuerdo, tanto para nombrar a sus representantes como para instrumentar los recursos contralores, exigirles pureza y hasta revocar sus mandatos cuando traicionen a la masa” .
Nada menos que traicionar al pueblo, dar la espalda a sus principios, es lo que hacen con su conducta quienes utilizan sus altos cargos como potente e inflexible palanca para atornillar a funcionarios y empleados incapaces en posiciones que no merecen.
Yolanda Jaimes
Abogada / Prof. UCV