Es un estímulo para los sentidos recorrer la ciudad, en estos días revueltos de la primavera, y contemplar las aceras cubiertas con la alfombra violácea que le prestan las jacarandas. Paseos y senderos se tiñen con el color de unos árboles que, envanecidos de su floración, salpican el entorno con la tonalidad cárdena de sus flores. Imprimen, así, pinceladas moradas que exceden los contornos arbóreos y la monotonía cromática del cemento, el albero o el verde del follaje. Con su paleta de colores, las jacarandas pintan Sevilla de violeta, de belleza el paisaje y de emoción la vista. Un placer para quien sabe apreciar y disfrutar este cuadro natural que hace brillar las retinas.