Cher Amir era su nombre, un nombre y una historia que quedó marcada para siempre gracias a la gran hazaña de lo que en apariencia fue solo una paloma mensajera, pero para las vidas que salvó, fue en definitiva, mucho más.
La traducción de su nombre del francés al español, es literalmente ‘‘querido amigo’’, y aunque era una paloma hembra, esta sí que le hizo honor a su nombre. Cher Ami fue donada a los cuerpos de comunicaciones de Gran Bretaña, ya con habilidades previamente trabajadas para entregar mensajes que nadie nunca adivinaría esta sería la pieza fundamental de lo que casi fue un rescate.
Durante la primer guerra mundial, en octubre de 1918, el mayor Charles Whittlesey y su tropa conformada por más de 500 hombres, quedaron atrapadas detrás de líneas enemigas, y si a esto le sumamos el hecho de no poseer comida para recobrar fuerzas ni municiones para defenderse, es fácil comprender que se trataba de una situación desesperante. Por ende, 3 mensajes fueron enviados con palomas mensajeras, 2 de ellos sin éxito.
Charles Whittlesey
El primer mensaje decía: «Muchos heridos. No podemos evacuar», pero este nunca llegó, pues la paloma fue abatida, el segundo: «Los hombres están sufriendo. ¿Pueden enviar apoyo?», para el pesar de los sobrevivientes, también fue abatida. Conforme pasaba más tiempo, eran más los soldados que caían muertos por fuego amigo (que no sabían de su posición y pensaban eran enemigos), por enemigos y por el hambre, a esas alturas la única esperanza era Cher Ami, a la cual se le ato un mensaje en su pata izquierda:
«Estamos junto a la carretera paralelo 276,4. Nuestra propia artillería está lanzando un bombardeo directamente sobre nosotros. Por el amor de Dios, deténgalo». Decía la nota que por fin pudo llegar a su destino.
No obstante, el viaje de Cher Ami tuvo muchísimas complicaciones; en un inicio fue derribada por balas alemanas, pero de alguna forma esta paloma se las arregló para seguir u viaje en donde aun así vería una lluvia de balas. El mensaje llegó, y 194 soldados fueron salvados.
Aunque Cher Ami cumplió con los objetivos, esta se vio gravemente herida en su pecho y en una de sus patas. Más tarde el equipo médico del ejército trabajó arduamente para ayudarla a sobrevivir, y así fue, de hecho, le tallaron una pata de madera para reponer la que había perdido. Ya estando recuperada, fue enviada devuelta a los Estados unidos, siendo despedida especialmente por el general John J. Pershing.
Cuando esta ave tan especial llegó a los Estados Unidos, se le galardonó por sus servicios con la medalla Cruz de Guerra con Hojas de Roble. Inevitablemente y a consecuencia de heridas de meses antes, Cher Ami murió el 13 de junio de 1919. Hoy se encuentra exhibida en el Instituto Smithsoniano disecada y recordada como heroína.