La Pandemia Covid19, el estado de alarma y los estragos de las mentiras y manipulaciones:: La Semana Santa llegó para la Pasión de los españoles

Publicado el 11 abril 2020 por Salpebu
Algunos lectores, doctrinarios y del gremio de los iconoclastas ("zurdos de las dos manos"),  durante los últimos días han intentado criticar y vituperar mis escritos y opiniones sobre los fallos garrafales de eso que llaman “gobierno”, y que no es sino la panda de advenedizos, avariciosos y fundamentalistas de izquierda rompedora, que capitanea un tal Pedro I "El Sánchez", frente a la incapacidad de reacción adecuada por parte de quienes se dicen de la derecha buena, pero no se aclaran con la posición que deben adoptar.Ciertamente, el primer impulso por mi parte ha sido responder a la sinrazón y a la  manipulación, pero cuando uno se detiene a analizar las propias ideas y a compararlas con los desvaríos oportunistas de quienes solamente buscan el poder por el poder, y a cualquier precio, se opta por seguir manteniendo (y poniendo en negro sobre blanco) las ideas que siempre le han guiado. Vivimos tiempos de zozobras y nervios, en medio de este tornado maligno que es la Pandemia del Covid-19, pero ello no debe situarnos o en un como beatífico asentimiento a las acciones de gobierno que repiten yerros y abusos, o en un furibundo desahogo ante las disimuladas tropelías de unos gobernantes que solamente se basan en sus prejuicios y buscan su engorde pancista, vía discursos televisivos.Hecho este exordio, no puedo menos que comentar la triste coincidencia del confinamiento en su quinta semana con la celebración tan tradicional e implantada en España como es la Semana Santa. Ese período previo a la Pascua religiosa ha venido siendo tiempo de
descanso, de relajación, de reunión familiar y de vacaciones, para algunos (cada vez menos, por desgracia) entreverado con las prácticas y celebraciones religiosas del Cristianismo. Y héte aquí que al encierro cuasi forzoso para prevenir los contagios se han superpuesto las celebraciones religiosas católicas y cristianas, que se han prodigado en las televisiones y radios, llegando a alcanzar audiencias que hace poco tiempo no hubieran resultado creíbles. Así, todos los días se retransmite la misa que celebra el papa Francisco; se ofrecen abundantes y diversas reflexiones de los obispos españoles sobre la transcendencia de las conmemoraciones y la realidad de la Pandemia; y, en fin, sin forzarse por el poder establecido (que si de algo peca es, no de laicismo, sino de anti religiosidad). Comprobando esa realidad informativa, en competencia con los discursos propagandísticos de los miembros del gobierno, contándonos lo mucho que hacen, y prometiendo soluciones que nunca llegan, uno termina concluyendo aquello de que “no hay mal que por bien no venga”. Y no se piense, ni mucho menos, que opino que la Pandemia es crisis
que podría beneficiar la materializada vida en nuestro país, porque la brutalidad de la infección vírica nunca puede justificar una posible reflexión colectiva hacia la esencia de la convivencia social, ni la introversión individual en busca de valores tal vez ocultos u oxidados. Aunque, de cualquier modo, este confinamiento social (comúnmente aceptado) nos está sirviendo, y más aun debe servir, para que vayamos recuperando las esencias que el consumismo, la materialidad de la vida diaria, las avaricias, que unos y otros despliegan estaban asfixiando. Semana Santa que con la Pasión de Jesucristo, que se rememora, tiene como hiedra trepadora que la envuelve ese tremendo drama de la Pandemia, aniquilando miles de seres humanos, en medio de la impotencia e impasibilidad de tantos y tantos responsables sociales
que solamente buscan atisbar algún beneficio material para ellos. Con mis votos para que también en esta crisis sanitaria y social llegue la “resurrección” pascual, van mis deseos que a los lectores, sean o no creyentes o practicantes de cualquier religión, el buen Dios les proteja su cuerpo y su espíritu. ¡Todo es posible si el espíritu impulsa la mente!
"Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar".- Winston Churchill(1874-1965) Político británico