San Cristóbal de las Casas, Chiapas — En las calles adoquinadas y coloridas de San Cristóbal de las Casas, donde los aromas del incienso maya se mezclan con el eco ancestral de los mercados indígenas, una madre indígena rompe el silencio con un llanto que corta el aire como un relámpago.
Su voz, temblorosa pero decidida, ha encendido la alerta sobre un fenómeno perturbador que se esconde en los rincones escolares.
La madre que decidió romper el silencio
La mujer —a quien llamaremos María para proteger su identidad— viste un huipil verde bordado que contrasta con sus ojos hinchados por noches enteras de angustia.
De pie frente a un teléfono que tiembla tanto como sus manos, comparte la historia de terror que vive su hijo en la Escuela Primaria Federal Mariano Nicolás Ruiz Nava.
Un video que sacudió redes y conciencias
El video, replicado por cuentas locales como @muralchiapas, se viralizó en cuestión de horas. Más de siete minutos de llanto, rabia contenida y una denuncia que cae como un cubetazo de agua fría sobre la sociedad chiapaneca.
Su hijo —a quien llamaremos Javier, de 9 años— ha llegado varias veces a casa con moretones, mordidas y comportamientos que revelan un profundo miedo:
“Mamá, yo no quiero volver. Ellos son como monstruos.”
¿Bullying… o una estructura de poder infantil?
Aquí la historia toma un giro inesperado. María no habla de un simple niño agresivo, sino de un líder: un pequeño apodado “El Jefe”, quien mueve los hilos de una pandilla de cuatro o cinco niños que lo siguen sin cuestionar.
La pandilla del recreo: ¿juego inocente o señal de algo más?
Según María, estos niños no solo empujan:
- humillan,
- rodean,
- arrebatan comida,
- insultan en tzotzil y español,
- e inventan “juegos” crueles que parecen aprendidos, no improvisados.
Las dinámicas inquietan a cualquiera: ¿cómo desarrolla un niño de primaria este comportamiento?
¿Dónde lo aprendió?
¿De quién lo imita?
El entorno social: sombras que alcanzan el patio escolar
San Cristóbal de las Casas es una ciudad hermosa, vibrante y multicultural, pero también es un territorio donde conviven desigualdades profundas, tensiones históricas y estructuras comunitarias marcadas por la violencia.
Algunos especialistas señalan que los niños repiten lo que ven. Otros creen que puede ser un caso aislado llevado al extremo.
Las primeras alertas ignoradas
El relato se vuelve aún más oscuro cuando María describe la reacción en la escuela.
Primero, acudió a la maestra del grupo.
— “Los niños son así. Se van a arreglar solos.”
Una frase que cayó como una losa.
Luego decidió acudir a dirección.
Una dirección que promete, evade y finalmente calla
María dice haber insistido tres veces:
- La primera vez recibió una promesa de reunión.
- La segunda, evasivas.
- La tercera… simplemente no fue atendida.
Aquí el silencio institucional empieza a parecer más peligroso que la pandilla infantil.
¿Falla de protocolos o negligencia repetida?
La falta de acción despierta dudas:
- ¿Existen protocolos anti-bullying en la escuela?
- ¿Se están aplicando?
- ¿Hay miedo a enfrentar a algunas familias?
- ¿O es otro caso más de omisión sistemática?
Chiapas tiene registros dolorosos de bullying no atendido. El caso de 2023 en Tuxtla Gutiérrez, donde un adolescente se quitó la vida tras meses de acoso, aún pesa en la memoria colectiva.
La pregunta que nadie quiere hacer… pero todos piensan
María menciona un detalle que resuena como un golpe seco:
“A veces, lo peor no es el golpe… sino cómo saben dónde lastimar.”
¿Quién enseña eso?
¿Es violencia aprendida?
¿Es un ciclo que se repite?
¿O hay testigos silenciosos dentro del salón que temen convertirse en la próxima víctima?
Una ciudad que observa, un caso que crece
Mientras el video sigue circulando, las redes hierven con comentarios, teorías, testimonios y llamados a las autoridades. San Cristóbal, acostumbrado a luchas sociales y resistencia civil, no es ajeno a historias de abuso de poder. Pero esta vez, la historia tiene protagonistas de apenas nueve años.
El ruego final de la madre
El video cierra con un pedido desesperado:
“¡Exijo justicia! Que separen a mi hijo de esa pandilla antes de que sea tarde.”
Es un cliffhanger propio de una novela negra.
¿Responderá la Secretaría de Educación?
¿La Comisión Estatal de Derechos Humanos?
¿La escuela?
¿O el silencio volverá a ganar?
¿Cuántos Javier viven lo mismo en silencio?
En Chiapas, donde UNICEF reporta altos índices de discriminación hacia niños indígenas, esta historia trasciende el caso puntual. Es un espejo que obliga a mirar lo que muchos prefieren ignorar: la violencia no nace en la adolescencia; germina mucho antes, en patios donde nadie mira, o nadie quiere mirar.
Epílogo: un llamado que no debe perderse en la niebla en San Cristóbal
Cuando cae la noche y San Cristóbal se cubre de neblina, la denuncia de María sigue flotando como un eco inquietante. ¿Será escuchada? ¿O acabará siendo una más entre tantas?
- La historia está viva.
- La presión pública crece.
Pero la pregunta más importante permanece:
¿Quién protegerá a los niños cuando quienes deben hacerlo deciden mirar hacia otro lado?
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