¿LA PAREJA ES SIEMPRE POSITIVA PARA AMBOS? (y II)

Por Mbbp

Continuación…

Si miras a tu alrededor, verás muchas parejas compuestas por medias naranjas que intentan sobrevivir juntas a la relación y, tal vez, también a la convivencia. No lo dudes, les falta amor! Porque el amor es algo consustancial al ser humano y brota espontáneamente -si lo dejamos brotar, claro-, siempre que no haya miedo por medio, es decir, competitividad, celos, confrontación, temor a perder o a no ser completo. ¿Media naranja, recuerdas? La pareja debe estar formada por dos personas enteras que se aman y, por tanto, no se temen mutuamente. Y gracias a esa relación equilibrada, cada uno de los miembros se enriquecen y se ayudan mutuamente a profundizar en esa parte oculta que todos los seres humanos tenemos en nuestro interior y que por nosotros mismos nos es difícil -por no decir imposible- descubrir. Eso es el amor, la necesidad de dar todo lo que eres y tienes, incluyendo todo aquello que no sabes aún que eres y tienes, en tu interior!

En la pareja se empieza teniendo fe en la otra persona, para ir cambiándola por realidades, construídas por pensamientos, sentimientos y hechos concretos que avalan esa realidad y reafirman o no esa fe inicial. Por eso para que exista el amor, antes se debe aceptar la realidad! Cuando eso es mútuo, sincronizado y equilibrado, la relación resulta enriquecedora para ambos y dura tanto tiempo como lo sea para ambos. Por eso, la atención permanente de cada uno por sí mismo y por el otro es su gran riqueza y, a la vez, el mejor antídoto contra la rutina y el estancamiento de la relación, el mayor peligro que existe en cualquier relación. Woody Allen dijo que “una pareja -aunque se podría ampliar a cualquier tipo de relación personal- es como un tiburón, siempre debe nadar hacia adelante”. Por si no lo sabías, los escualos respiran cuando nadan hacia adelante y, obviamente, mueren cuando lo dejan de hacer, quedándose quietos. Así, la pareja no es -o debería ser- más que un fluir común y acompasado de dos personas que crecen fluyendo cada una de ellas y adaptándose continuamente a su vida cambiante…

¿Trae felicidad la pareja, siempre? Como suele decirse popularmente, “el otro se convierte en el problema y, a la vez, en la solución”. Tanto en el amor, como en la consiguiente felicidad! Una pareja no es una receta mágica que procure invariablemente la felicidad, pero sí es un escenario propicio para ella, pues la felicidad de uno mismo crece cuando se comparte y cuando se desea para alguien más. Tal vez por eso, cuando nos sentimos enamorados de álguien, ese amor se extiende a todo lo que vivimos, a todo lo que nos rodea, sin condición. Si no es así, ese amor resulta algo exclusivo, limitado y excluyente, por lo que tendrá poco de amor y sí mucho de miedo… a perder, a perderse uno mismo o a que se gaste con el excesivo uso.

Particularmente conozco pocas parejas que compartan ese amor universal y atemporal, por todo lo que son, tienen y les rodea. Incluso el ego juega su propio y tóxico papel en el amor. Porque cuando se trata de amor de verdad, el sentirlo, vivirlo intensamente y el compartirlo sin miedo favorece la felicidad, sí, sin duda… siempre que tengamos en cuenta que la infelicidad también es algo inherente al ser humano, que nos visita de vez en cuando, nos ayuda a crecer y que también se debe compartir! Amor es compartirlo todo, las luces y las sombras, lo que somos y lo que llegaremos a ser, sin miedo, para poder vivir y crear gracias al otro momentos de felicidad compartidos, no hay más!