«La pasión de Mademoiselle S.», Anónimo

Publicado el 03 agosto 2016 por María Bravo Sancha @Labocadellibro
Estoy impaciente por sentir en mi coño la dulce posesión de tu polla, cuya última caricia dejó allí tan delicioso recuerdo. ¿También lo quieres tú? ¿Vamos a saltarnos ahora nuestras normas? Qué le vamos a hacer, te amo demasiado, pero sé que tu vicio sabrá devolverme bien pronto al camino prohibido. Te beso con ternura, amor mío. SIMONE

Editorial: Seix Barral
Título original: La passion de Mademoiselle S.
Año de edición: 2016
País: Francia (París)
Escrito en: 1928-1930
Páginas: 244

Dos simples líneas entrecruzadas en ángulo recto nunca habían transmitido tanto contenido erótico como una imagen explícita. La pasión se esconde en la cubierta, pero al abrir sus páginas, la señorita Simone despliega un arsenal de lascivia y sexo inusual de la época. Así es, estamos ante una novela epistolar ocurrida en París entre 1928 y 1930. La cita del comienzo es solo una pequeña parte del todo. Un todo encontrado detrás de un montón de madera en un desván por el diplomático francés Jean-Yves Berthault, quien se ha encargado de que vean la luz: "Dentro no había más que cartas, amontonadas de cualquier manera y escritas todas con la misma caligrafía".
Así nos lo explica Berthault en el prólogo, quien, después de leer algunas misivas, no le quedó otro remedio que comprar a su amiga la correspondencia que mantuvo Simone con Charles, su amante. Aunque es una correspondencia sesgada, ya que solo se pueden leer las cartas de ella. Su forma de comunicarse con él era mediante el denominado servicio de cartas neumáticas (una red de tubos de aire comprimido que recorrían París a una velocidad de un kilómetro por minuto, que posteriormente fue sustituido por el fax). Se podían escribir hasta un total de 20 líneas de texto, por lo que las cartas de Simone no son muy extensas.
La obra, puramente pornográfica, satura y carga por su repetición. Demasiado sexo, demasiado amor, demasiada lujuria, demasiados genitales restregándose por las páginas en blanco. Solo podemos leer las cartas que Simone escribió, así que tenemos que imaginarnos cómo era Charles, sus gustos, su trabajo o su vida paralela. La correspondencia se nos ofrece de manera unilateral con una elipsis masculina constante. Simone es quien se despacha de una forma nítida sobre sentimientos, emociones y juegos sexuales de todo tipo y perversión.
No hay una clara línea argumental. ¿Qué es lo que realmente ocurre en el libro? Lo único que nos cuenta Simone son sus encuentros íntimos, pero no ocurre nada más. La estructura argumental (inicio, nudo y desenlace) se queda coja a lo largo de 244 páginas. Según Berthault, tardó cerca de un año en seleccionar entre las 200 cartas que quería publicar así como reconstruir la cronología. Me parece un encaje de bolillos. Es decir, al inicio de algunas cartas se puede leer: "miércoles por la noche" o "viernes a las tres". Los que hayan leído Rayuela sabrán que el libro se puede comenzar a leer por cualquier parte. En La pasión de Mademoiseller, abras por donde abras el libro, aparecerán fluidos, lenguas y sexos. Pero en todo ello hay una salvedad, debo ser justa; ya que es verdad que esto ocurre en las tres cuartas partes del libro, pero después sí que hay dos tramas diferenciadas: la práctica homosexual de Charles y el desenlace final de la pareja.
Quisiera descubrir ese auxiliar valioso que aún no tenemos. Con el vientre ceñido por un rabo enorme, así es como me gustaría tomarte. Tu culo ya no se tendería en vano hacia mi vientre, pues con cada embestida sentirías mi polla penetrar más hondo en tu carne, y entonces de verdad creerías que el amante soy yo, pág. 91. 

¿Pero quién fue Simone? De ella sabemos pinceladas que se nos explican en excasas notas a pie de página, como que fue ofinista, culta y de buena familia. Y ahí reside la peculiaridad, ¿por qué una mujer decente empleó ese lenguaje?, ¿dónde lo ha aprendido?, ¿habría alguna obra de la época donde se hablase en tales términos? Recordad la fecha: 1928-1930. Entre los escritores coetáneos, estaban Genet, Pierre Louÿs o Gide, pero ninguno de ellos utilizaba los términos de Simone. No obstante, la protagonista sí vivió en la época de las primera películas pornográficas mudas, de La revista negra de Josephine Baker, así como de un emergente orden amoral parisino. Por último, no hay que olvidar las postales eróticas creadas en Francia, y que circulaban a países de forma clandestina, como los EE.UU.
De cualquier manera, la obra es el súmmun de lo pornográfico. Simone presenta una impecable maestría a la hora de describir gestos, posturas, transgresiones, besos, fluidos, masturbaciones o tríos hasta el punto de adquirir cierto grado de obsesión. En La pasión de Mademoiselle S., no hay un amor platónico, es todo placer físico y carnal de una mujer independiente y liberada. Aunque sí que es cierto que Simone depende de ese amor carnal de Lotte, como apoda a Charles, y los celos se apoderan de ella en decenas de ocasiones:
Siento celos de ti. Celos terribles, y sufriré infinitamente si me entero de que me engañas. Sé que te ocurre alguna vez con tu mujer, por desgracia, pero eso no puedo evitarlo, es así y ya está. Soporto esta situación desde hace dos años, pero sabes que no podría resignarme a verte con otra amante, pág. 235.

Simone y Charles, dos amantes de finales de la década de los años 20. Puede que no fuese en los años 20, o puede que ni se llamasen como tal o, simplemente, que nunca se hubieran encontrado. Aun así, es importante señalar que las cartas existieron relamente, quizá con un transfondo literario. ¿Quién sabe? Pero eso no importa, lo que importa es su contenido: censurado, prohibido, llevado hasta la lujuria más excéntrica. 

Caligrafía ordenada y clara de Simone


Escrito por María Bravo Sancha