Me llamó la atención este título en cuanto lo vi en el catálogo de novedades de Siruela y un rápido vistazo a su sinopsis, donde se apuntaban varios elementos que siempre despiertan mi interés, terminó de decidirme. Hoy os hablo de La patria de los suicidas.
Mi opinión
A Iznájar, un pueblo de la sierra cordobesa rodeado de olivos, y en plena canícula de agosto, ha sido trasladado por castigo el sargento de la Guardia Civil Ernesto Pitana. En su primer día en su nuevo destino le espera el cadáver de un ahorcado, cosa que no parece sorprender demasiado ni a sus compañeros ni al resto de la población, acostumbrados a que los suicidios sean el pan nuestro de cada día en una zona que triplica la tasa del resto de España.
Así comienza una novela que podemos enmarcar dentro del género del crimen rural y que nos traslada rápidamente a un escenario tan cerrado como asfixiantecombinando el autor con habilidad el crimen, el misterio, la investigación y las relaciones personales que inevitablemente se establecen a pesar de lo hermética que es la actitud de un pueblo que ha aprendido a vivir con una estadística lamentable para la que las explicaciones son de lo más diversas, desde el clima y la tierra, hasta una supuesta dama que habita el pantano y que llama a los vecinos a reunirse con los seres queridos que han perdido.
El sargento Ernesto Pitana encabeza el variopinto grupo de agentes que conforman el destacamento de la Guardia Civil en Iznájar. Si bien con el protagonista el autor ha realizado un perfil que, sin ser exhaustivo, nos permite conocer su personalidad y adentrarnos un poco en su psique de forma que lo sentimos cercano, creíble, de carne y hueso, convirtiéndose en uno de esos personajes a lo que quieres conocer más, el resto, tanto componentes del cuerpo como habitantes de Iznájar, aparecen meramente esbozados y su papel no va más allá de lo estrictamente necesario para el desarrollo de la trama de forma que en ocasiones algunas actitudes y algunos hechos no quedan lo suficientemente bien explicados.
Un punto de partida muy original y una magnífica ambientación son las grandes bazas de La patria de los suicidas, una novela escrita con una prosa sencilla en la que no falta algún toque de humor que en ocasiones aligera la negrura de la trama. Todo ello unido a buenos diálogos, a un estilo fluido en el que las páginas pasan sin apenas darte cuenta y un protagonista con carisma al que apetece seguir conociendo, hacen de La patria de los suicidas una de esas primeras novelas que se leen con gusto y que dejan con ganas de seguir la evolución del autor.