La auténtica revolución de hoy es la de los corruptos que consiguen salir libres y consiguen condenar al juez que les imputó, la de los gobernantes que alardean ante sus colegas que su reforma laboral le va a costar una huelga general y la de los ministros, que exhiben la agresividad de la misma, rindiendo pleitesía a los mercados. Es la revolución de los aristócratas, que se sienten distintos ante la ley y se indignan cuando se indaga en sus negocios privados, la de los obispos, que condenan a los que quieren ser funcionarios como gentes que quieren parasitar de lo público, mientras se rasgan las vestiduras si el Estado muestra intención de renegociar los acuerdos con el Vaticano. Pero sobre todo es la revolución de los banqueros, que dictan las agendas de los gobiernos, mientras reciben préstamos de los Estados para comprar deuda que esos Estados han generado para prestarles dinero.
La auténtica revolución de hoy es la de los corruptos que consiguen salir libres y consiguen condenar al juez que les imputó, la de los gobernantes que alardean ante sus colegas que su reforma laboral le va a costar una huelga general y la de los ministros, que exhiben la agresividad de la misma, rindiendo pleitesía a los mercados. Es la revolución de los aristócratas, que se sienten distintos ante la ley y se indignan cuando se indaga en sus negocios privados, la de los obispos, que condenan a los que quieren ser funcionarios como gentes que quieren parasitar de lo público, mientras se rasgan las vestiduras si el Estado muestra intención de renegociar los acuerdos con el Vaticano. Pero sobre todo es la revolución de los banqueros, que dictan las agendas de los gobiernos, mientras reciben préstamos de los Estados para comprar deuda que esos Estados han generado para prestarles dinero.