Ese es el éxito del relato de la nación, como demostró Anderson hace tantos años: hacer creer al ciudadano la continuidad vital, más allá de los hechos biológicos, de la comunidad de personas que nos precedieron y de los que nos sucederán. Yo pensaba que a estas alturas, esas cosas sólo se las creían en serio en torno a un millón de catalanes y menos de quinientos mil vascos...
Qué cosas.
Nos acercamos a la Carlos de Amberes. A ver la exposición sobre la Paz de Utrech. Utrech simboliza el ocaso de un mundo. El de la Monarquía Hispánica como actor preponderante en Europa. La exposición es correcta, y se ve con gusto. Pero lo que me dejó fascinado es la familiaridad con la que la guía hablaba de "nosotros" cuando se refería a los españoles de 1700. "Les ganamos a los ingleses", "nos obligaron los franceses". Y yo, que no tengo claro siquiera si soy el mismo que fui en 1994, por ejemplo, estoy como para sentirme responsable o solidario de un nosotros de hace trescientos años.