La Paz de Westfalia
El monarca Felipe IV reconoció en Münster la independencia de las Provincias Unidas de Holanda (independencia que éstas tenían de facto en tiempos de Felipe II). Holanda obtuvo una amplia franja de terreno, que incluía Bravante, Flandes y Limburgo, conocida como “País de la Generalidad”. Por su parte, los holandeses reconocieron la plena soberanía española sobre las provincias católicas del sur de Flandes (la actual Bélgica). La Paz de Westfalia dio lugar al primer congreso diplomático moderno e inició un nuevo orden en el centro de Europa basado en el concepto de soberanía nacional. Hasta 1806, los reglamentos pasaron a formar parte de las leyes constitucionales del Sacro Imperio Romano. La base de este entendimiento vendrá marcada en gran medida por su mutua interdependencia económica.
Paz de Westfalia, firma del Tratado de Münster
De esta manera, la Corona española podía utilizar los embargos comerciales contra sus adversarios favoreciendo a las comunidades comerciales de otras potencias. No obstante, se reservó también el mantenimiento del monopolio comercial con las posesiones españolas en América, mostrándose reacia a conceder privilegios de explotación a comerciantes extranjeros.
La Compañía Holandesa de las Indias Occidentales contribuyó decisivamente a implantar en América un modelo de economía colonial distinta de la española, que se había basado en la extracción de metales preciosos y en el comercio desigual. Los holandeses iniciaron una economía de plantaciones, basada fundamentalmente en la producción de azúcar y tabaco. Para rentabilizar esta forma de producción necesitaron de una mano de obra abundante y barata, que hallaron en los esclavos negros africanos, cuyo tráfico había estado hasta entonces controlado por Portugal.
Los holandeses llevaron a cabo el diseño de un circuito triangular que potenciaba enormemente las posibilidades de obtener beneficios de su economía colonial. Los barcos que partían de Holanda se dirigían en primera instancia hacia la costa atlántica del África negra, donde obtenían esclavos a cambio de telas, armas, pólvora y licores. Cargados de negros y de manufacturas holandesas llegaban a sus posesiones americanas, donde se ubicaban las plantaciones de azúcar.
Compañía Holandesa de las Indias Occidentales
Los problemas religiosos, que habían ocasionado un enfrentamiento décadas atrás, fueron relegados a un plano muy secundario, como había sucedido tras la firma de la Paz de Londres de 1604, y esto facilitó un mayor protagonismo de las redes comerciales y financieras de la comunidad sefardita en la penetración de la presencia neerlandesa los mercados españoles y americanos. En este sentido, resulta apreciable la información que nos proporciona el libro de Herrero Sánchez a partir de la correspondencia de los embajadores y cónsules españoles en Génova, La Haya y Ámsterdam a partir de 1648. Sin embargo, hubiera sido conveniente combinar esta rica documentación con la prolífica serie de arbitrios, discursos y tratados comerciales y políticos que generó en aquellos años este nuevo entendimiento con su principal enemigo décadas atrás.
Los Países Bajos meridionales seguían constituyendo uno de los ejes claves de la política europea, y la estabilidad de la zona repercutía directamente sobre las Provincias Unidas. Los neerlandeses apoyaban a la Monarquía Hispánica en este aspecto por considerar que era una potencia lo bastante fuerte como para ofrecer una barrera permanente al expansionismo francés y lo bastante débil para no inquietar la seguridad de la propia república. El Tratado de La Haya de 1673 sentaría ciertamente las bases de las futuras coaliciones europeas contra las ambiciones territoriales francesas. Aun así, las provincias meridionales de los Países Bajos ocasionaron constantes problemas en las relaciones de la Monarquía con las Provincias Unidas porque las élites comerciales neerlandeses temían una reactivación económica de sus vecinos del sur. La Corona siempre favoreció los intereses de la república, incluso en detrimento de las iniciativas comerciales de sus propios súbditos flamencos.
Mapa de Europa en 1648 Rokederivative work: Osado
Estos episodios muestran, sin embargo, las serias limitaciones que tenía en la práctica la aplicación de este pacto y la necesidad que tenia la Monarquía Hispánica de reducir semejante dependencia.
Esto nos permite comprender la importancia que tuvo la dependencia y la colaboración mutua de las Provincias Unidas en la conservación de la propia Monarquía Hispánica durante la crítica situación internacional que plantearían el expansionismo territorial francés desde el reinado de Luís XIV y la pujanza comercial y naval británica desde mediados del siglo XVII.
El tratamiento de estas relaciones se debería analizar no solo desde una óptica política, estratégica o diplomática. sino también, y particularmente, en los aspectos económicos, comerciales, financieros y sociales que sin duda nos acercan mas a la hora de comprender y poder visualizar los acontecimientos y relaciones de la época. Refiriéndome al hecho de comprender la historia y crear una conciencia critica, no quedarnos en la anécdota o en el simple estudio.Autor: Francisco de Asís López Avellaneda para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
Herrero Sánchez, M.: El acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678)
https://es.wikipedia.org/wiki/Paz_de_Westfalia
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La entrada La Paz de Westfalia y el acercamiento hispano-neerlandés (1648-1678) aparece en Revista de Historia.