Varias veces durante estos meses que lleva el gobierno de Milei y más últimamente con su veto al aumento a los jubilados, se viralizó en las redes el video de apertura, en el que en los lejanos tiempos de la Alianza y la crisis del 2001 Néstor Kirchner refuta a Patricia Bullrich, y parece como si estuvieran cruzándose hoy. Si por un lado se magnifica la claridad conceptual de Néstor en aquellos tiempos con todo lo que vino después -ni hablar de los tiempos presentes-, por el otro se constata la presencia de una constante: el proyecto político y económico de la derecha se reduce al sufrimiento de las mayorías, que siempre encuentra justificación en un futuro venturoso indefinido.
Oscilan todo el tiempo entre la idea de que los populismos mantienen a la gente cagando en un balde y sumida en la pobreza y la ignorancia para manipularla políticamente, o la hacen vivir una fiesta insostenible de gasto público para vivir por encima de las posibilidades reales del país. Y a veces hilvanan ambas ideas, excluyentes lógicamente entre sí , una tras otra y al mismo tiempo.
Es así como hay algunos a los que -no obstante tenerlo todo, o tener más que la mayoría- nunca les toca sufrir, ni padecer la fortaleza de los gobiernos. El propio Milei acaba de confirmarlo, diciendo primero -en el discurso en la UIA por el día de la industria- que su tarea de reducir el Estado (como el "topo" que lo destruye desde adentro, tal como él mismo se definió) tiene por objeto agrandarles los bolsillos a ellos, explicitando así el verdadero sentido de aquello de Martínez de Hoz de "achicar el Estado es agrandar la Nación".
Y lo ratificó al presentar en el Congreso el proyecto de presupuesto 2025, al decir que el ajuste que plantea como objetivo excluyente de la política económica, es para pagarles la deuda a los bonistas; o vetando los aumentos a los jubilados y al presupuesto universitario, aun con millones de argentinos en las calles manifestándose en contra. Antes había dicho -como para que no queden dudas- que los empresarios que evaden impuestos y fugan capitales son héroes.
Este modo de entender la fortaleza de los gobiernos para sostener la gobernabilidad ha sido así, claro está, desde 1983 para acá, salvo en la experiencia kirchnerista. Y si al primer peronismo romper con esa lógica (que ya por entonces existía, y de allí lo de "Década Infame") le posibilitó ocupar el centro de una escena política en la que no existía hasta el 17 de octubre, persistir en ella le significó un bombardeo de población civil, un golpe de Estado, proscripción, persecución y fusilamientos.
Andando los tiempos -y con transformaciones mucho más módicas por los diferentes contextos históricos y el paso de la dictadura y el menemato, con todas sus consecuencias-, haber ensayado un modo de gobernabilidad distinto, en el que la primera respuesta a mano para los problemas no fue -como había sido hasta entonces- ser fuerte con los débiles, le permitió al kirchnerismo sostenerse más de doce años en el poder, pero sufriendo ataques de todo tipo, que se prolongaron hasta hoy: lock out del campo, guerra mediática, acoso de los fondos buitres, persecución judicial, estigmatización social y mediática y hasta un intento de magnicidio en la persona de Cristina.
No se trata entonces solo de la insustentabilidad teórica, práctica, económica y social del modelo de la derecha neoliberal, que una vez más está quedando expuesta en el fracaso de Milei, sino también del intento de perpetuación de la mentira: mientras son poderosos con los débiles, les conceden todo tipo de privilegios a los fuertes: rebajas de impuestos, blanqueos, RIGI, juicios en el CIADI, flexibilización laboral, "seguridad jurídica".
Y del mismo modo que no hay derrame social de todas esas canonjías, no hay otro modelo de desarrollo productivo que no sea el saqueo acelerado de los recursos naturales, la valorización financiera de los excedentes y la fuga de capitales, lo más rápido que sea posible: adviértase que en los últimos tiempos, el presidente hasta ha abandonado su promesa de convertirnos en la réplica de algún país que el considera exitoso y un ejemplo a seguir, tras años de sufrimiento.
Es decir, para que sean sustentables socialmente -por un tiempo, porque nada es eterno- políticas de agresión a los intereses de la mayoría del conjunto social es imprescindible que buena parte de ese conjunto agredido crea y entienda que es necesario sufrir, y que siempre estaremos a un derecho cercenado de la felicidad eterna; para que no se rebele contra ese estado de cosas, ni se organice ni movilice para cambiarlo. Cuando a los padecimientos cotidianos se le suma la comprensión de la trampa, es cuando todo termina volando por los aires, si no cae antes por el propio peso de su insustentabilidad.
Che, por qué no se ponen a ver Memorias del Saqueo y nos evitamos toda esta idiotez de pensar que esto es algo nuevo y que va a funcionar.
— Cristian Cimminelli (@cristiancim) October 2, 2024
Se las dejo, está completa acá. https://t.co/z1nzcYL5Oo pic.twitter.com/cd2EUGDsUt